Participación internacional en conflictos armados: los esfuerzos de las Naciones Unidas por lograr la paz en Colombia - Proceso de paz en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 424095090

Participación internacional en conflictos armados: los esfuerzos de las Naciones Unidas por lograr la paz en Colombia

AutorLouise Fawcett
Páginas89-148
Participación internacional
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esfuerzos de las Naciones
Unidas por lograr la paz en
Colombia1
Louise Fawcett
St Catherine’s College- Oxford
Resumen
Hacia finales de la década de 1990, el prolongado conflicto
colombiano se convirtió progresivamente en un foco de atención
internacional. Los efectos de la violencia, las drogas y el delito más
allá de sus fronteras han tenido consecuencias importantes para la
seguridad regional y global. La par ticipación del Secretario General
de la ONU en Colombia se remonta a 1999 cuando se nombró a un
asesor especial para apoyar la búsqueda de una solución negociada.
Sin embargo, los intentos de la comunidad internacional por
ayudar a alcanzar un acuerdo fracasaron. Colombia siguió siendo
un país inseguro a pesar de los esfuerzos continuos del gobierno
del presidente Álvaro Uribe, reelegido en 2006, por combatir
la violencia y la delincuencia. ¿Por qué la internacionalización
del conflicto y del proceso de paz no ha logrado resultados más
positivos? ¿Cuáles son las lecciones de los esfuerzos de la ONU
en Colombia para la promoción de la seguridad internacional?
Este artículo evalúa críticamente el papel de la ONU, así como
el de otros actores internacionales y sugiere que la búsqueda de
soluciones viables se ha visto obstaculizada por no tener en cuenta
la naturaleza cambiante del conflicto y del Estado en Colombia.
1 Traducido al español por Juan Diego Prieto.
LOUISE FAWCETT
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Introducción
El Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan,
comenzó a involucrarse directamente en los esfuerzos por
lograr la paz en Colombia durante la presidencia de Andrés
Pastrana (1998-2002). Las discusiones entre Pastrana y
Annan en 1999 condujeron al nombramiento de un “asesor
especial”, Jan Egeland, para ayudar a facilitar contactos
internacionales y buscar un acuerdo negociado para poner fin
al prolongado conflicto interno en Colombia. Esta decisión
recibió un visto bueno generalizado tanto nacional como
internacionalmente. Gracias a su reputación de legitimidad
e imparcialidad, la organización internacional fue vista como
el actor más adecuado para ayudar a mitigar el conflicto y,
en particular, para facilitar los diálogos entre el Gobierno
colombiano y el principal grupo guerrillero del país, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. A pesar de los
grandes esfuerzos adelantados a lo largo de tres años, los
buenos oficios de las Naciones Unidas, junto con los de otros
actores internacionales, no consiguieron impedir el colapso
del proceso de negociación. En 2002, la elección de un nuevo
presidente de Colombia, Álvaro Uribe trajo consigo un cambio
en los términos —si bien no en los principios— del papel de la
ONU. Se pasó de una estrategia que privilegiaba la búsqueda
de la paz (peace-making), como era el caso de la “Diplomacia
para la Paz” de Pastrana, a una estrategia que enfatizaba
la imposición de la paz (peace enforcement), llamando a la
comunidad internacional a apoyar el proyecto de “Seguridad
Democrática” de Uribe.
Unos siete años después, y especialmente después de la
reelección presidencial de Uribe en mayo de 2006 —lo cual
fue en sí un acontecimiento importante y sin precedentes—,
el papel de la Oficina del Secretario General de la ONU
en la búsqueda de la paz en Colombia se había visto muy
reducido. A pesar de la presencia de una numerosa misión
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de la ONU, conformada por distintas agencias y su personal
respectivo, y del suministro de cantidades considerables de
ayuda humanitaria y para el desarrollo, la ONU no ha tenido
hasta el momento un papel directo ni de importancia en la
búsqueda de la paz. Algunos incluso podrían afirmar que la
postura crítica de la ONU ha tendido a debilitar la legitimidad
de los esfuerzos por parte de las autoridades colombianas para
enfrentar el prolongado conflicto interno. A comienzos de
2005, el segundo asesor especial de Annan, James LeMoyne,
quien había reemplazado a Jan Egeland a finales de 2002, salió
de Bogotá en medio de recriminaciones mutuas entre la ONU
y el Gobierno colombiano. Kofi Annan declaró que no había
planes inmediatos para reemplazarlo.
Otras voces dentro de la ONU han sido igualmente equívocas.
En diciembre de 2005, Alfredo Witschi-Cestari, coordinador
de la ONU en Colombia y representante residente del PNUD,
afirmó en su discurso de retiro que Colombia representaba
“el desafío más complejo de la ONU”2. Y en enero de 2006,
el director saliente de la Oficina en Colombia del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Michael
Fruhling, criticó el expediente del Gobierno en materia de
derechos humanos y, en particular, su “Ley de Justicia y Paz”,
la cual reglamentó la actual desmovilización y reintegración
de grupos armados ilegales3.
Los limitados avances en la reducción de los altos niveles
de violencia en Colombia —en la medida en que algunas
estadísticas preliminares permiten cierta medida de
optimismo4— son menos atribuibles a los esfuerzos por la
2 Semana, 11 de diciembre de 2005.
3 El Tiempo, 26 de enero de 2006, 21 de febrero de 2006.
4 Para citar solo dos criterios, entre 2002 y 2005 los homicidios
disminuyeron de 29.000 a 18.000 (la tasa más baja en 20 años) y los

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