Las policromías del terror: mediaciones entre la tecnología, la confesión y la experiencia de la víctima en la Colombia de justicia y paz - Núm. 59, Enero 2017 - Revista de Estudios Sociales - Libros y Revistas - VLEX 667464781

Las policromías del terror: mediaciones entre la tecnología, la confesión y la experiencia de la víctima en la Colombia de justicia y paz

AutorAlejandro Castillejo
CargoPhD. en Antropología por la New School For Social Research, Estados Unidos
Páginas145-149
145
Las policromías del terror:
mediaciones entre la tecnología,
la confesión y la experiencia
de la víctima en la Colombia de
justicia y paz
Alejandro Castillejo*
DOI: https://dx.doi.org/10.7440/res59.2017.13 Se dice que sólo los locos escuchan voces, que ese delirio es
constitutivo de su locura. Uso la metáfora de las voces qua
hablan entre ellas o que interpelan al sujeto para describir
un escenario donde las relaciones entre lo fantasmal
y la violencia se articulan con mayor elocuencia. El
argumento: las sociedades escuchan voces, inventan
mecanismos para oírlas o desplazarlas, sobre todo cuando
son producto de la violencia humana, una violencia que
desestructura el mundo de la vida, no que lo articula: la
muerte puede también restablecer el orden de las cosas.
En las audiencias de versión libre —un ejercicio caleidos-
cópico de búsqueda de verdades con cuentagotas—, el
carácter espectral de la víctima, encarnada en una voz
sin cuerpo y sin rostro, se condensa. ¿Qué nos dicen
las audiencias de la sociedad que las permitió? ¿Cómo
entonces convivir con estos fantasmas?
En Colombia se escucha con frecuencia la frase las voces
de las víctimas (y ramicaciones como “las víctimas
han hablado” o “hay que escuchar a las víctimas”) para
hacer referencia al reconocimiento de una experiencia
cataclismica en el contexto del conicto armado o
de la guerra. Es una frase trillada sin duda, pero no
menos compleja cuando se logra entrever su densidad
semántica, cuando se historiza. Se escucha en reuniones
ociales, en reuniones de organizaciones de víctimas,
en los medios de comunicación masivos, en juntas de
académicos, y además es parte incluso de la retórica
política, al punto que en ocasiones ha sido puesta al
servicio de agendas opuestas. En otras palabras, es
un término común en el discurso humanitario en
Colombia. Y resulta curioso, cuando se compara con
otros escenarios de conicto, que es el término víctima,
y no sobreviviente, el que tiene mayor ascendencia en
este contexto. En este sentido, la voz es una especie
de certicado de existencia de la condición de victimi-
zación; como si fuera en la palabra, paradójicamente,
donde se certica lo traumático. La obsesión por la voz
toma unos matices peculiares: la sociedad colombiana
parece escuchar voces en todas partes, fragmentarias,
a pedazos, literalmente. Rastros y despojos que deja la
violencia; algunas son reconocidas como voces, otras
no son reconocidas o, lo que es peor, son inaudibles.
¿Cuáles han sido entonces las condiciones de audibilidad
que han permitido esta aparente polifonía?
* PhD. en Antropología por la New School For Social
Research (Estados Unidos). Profesor asociado y director
del Programa de Estudios Críticos de las Transiciones
Políticas (PECT) de la Universidad de los Andes (Colombia).
* acastill@uniandes.edu.co

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