El estado de la política exterior colombiana - Los retos de la Colombia contemporánea - Libros y Revistas - VLEX 777691713

El estado de la política exterior colombiana

AutorSandra Borda G. - Mateo Morales
Páginas71-110
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El estado de la política
exterior colombiana
S B G.
M M*
Introducción
El inicio del Gobierno de Juan Manuel Santos marcó una tra nsformación inte-
resante en materia de la política exterior colombiana que se describirá parcia l-
mente en este capítulo. El argumento principal es que el cambio ha sido posible,
en gran medida, gr acias a los logros en seguridad que tuvieron lugar durante las
dos administraciones de Álvaro Uribe, pero también gracias al escenario que
plantea la iniciación y avance de los diálogos de paz que el Gobierno y las  
sostienen en La Habana, desde el inicio de la presidencia de Santos y hasta el
momento en el que se escribe este capítulo. Es más, aquí se plantea que estos
dos factores han dado lugar al inicio de un proceso de c ambio en la identidad
internacional colombiana, y aunque los cambios varían en profundidad y c on-
tundencia dependiendo del tema de política exterior al que se haga referencia,
aquí sostenemos que nos encontramos frente a un momento de transformación
importante de nuestra conducta en el escenario i nternacional.
Por ejemplo, la sección sobre el tema de seguridad de este capítulo describe
cómo Colombia ha pasado de convertirse en un importador y consumidor
de seguridad a consolidarse como un exportador de know-how y proveedor
Para citar este artículo: http://dx.doi.org/./..
* Sandra Borda G. es decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Jorge Tadeo
Lozano; Mateo Morales es magíster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes.
 L    C 
de cooperación en esta materia (Tickner y Morales, a). Esto ha sido posible
justamente gracias a la conjunción de los dos factores anteriormente menciona-
dos: los avances en materia de seguridad que experi mentó el país en la última
década y, por supuesto, la necesidad que un eventual escenario de posconicto
crea en lo que tiene que ver con la estructura y natura leza de la fuerza pública
en Colombia. Este mismo escenario ha producido cambios claves en la relación
bilateral con Estados Unidos (Arnson y Tickner, ). En ese espacio, la ayuda
militar y de segu ridad proveniente de ese país se ha ido declinando progresi-
vamente y la agenda —aunque con algunos retrocesos— se ha ido moviendo
paulatinamente hacia temas relacionados con la paz y con el comercio. De nue-
vo, las dos condiciones de posibilidad arriba mencionadas son claves para que
se dé este cambio.
En cuanto a las relaciones con los vecinos más cercanos y la región, el parcial
éxito de la estrategia de segu ridad y el inicio de los diálogos de paz han permitido
una relación menos confrontacional y más proactiva, considerando el histórico
alineamiento con Estados Unidos y el dista nciamiento frente al vecindario (Ar-
dila,  y ; Pardo y Tokatlian, ; Randall, ). Pasada la época de la
internacionalización de la guerr a (Borda, , ), Colombia está en busca de
socios para la paz y ello ha obligado al G obierno a acudir menos a la diplomacia
de los micrófonos y los insultos, y más a los canales regul ares y discretos de la
diplomacia tradicional. Así, parcial mente y no sin altibajos, se han reconstruido
las turbulentas relaciones con Venezuela y Ecuador, y por ese mismo camino, ha
sido posible un acercamiento a otros países del sur con quienes el alejamiento al
menos en el plano político había sido evidente (Márquez, ).
El proceso de inserción comercial y la movilidad de ciudadanos colombianos
a lo largo y ancho del mundo también están asociados con estos ca mbios. En lo
comercial, el número de tratados de libre comercio () se ha incrementado y,
a pesar de que los términos en los que Colombia se relaciona con el mundo en
el ámbito comercial no son óptimos, hay un proceso de mayor apertura y ex-
ploración comercial hacia regiones del mundo anteriormente olvidadas como el
Asia-Pacíco y en el que la participación del país en la Alia nza para el Pacíco ha
sido un componente central (Defelipe, ). En cuanto a la movilidad, se ha lo-
grado ampliar a  el número de países que no exigen visa a los colombianos. Esta
suerte de nuevo lugar que intenta ocupar Colombia en el sistema internacional
ha llevado inclusive a que el Gobierno aspire a las “grandes ligas” internacionales
por medio de una solicitud de admisión a la Organi zación de Cooperación para
el Desarrollo Económico () a la que se le ha puesto gran empeño desde el
inicio de la administración. Esta apuesta no es una cuestión menor ya que su
inclusión comprometería al país a hacer ajustes y cambios en materia de política
pública, lo que en últimas podría tener implicac iones decisivas en el desarrollo
nacional (Gehring y Cuervo, , p. ), pensado también como una manera

E      
de acercar el país a las buenas práctica s del desarrollo y abonar el terreno hacia
el eventua l posconict o.
Finalmente, las posiciones del país en temas como el del tráco i lícito de dro-
gas y la violación a los derechos humanos también parecen estar evolucionando
en direcciones alentadoras aunque mucho más lentamente y con más cortapisas.
Después de décadas de sostener un prohibicionismo encarnizado, la posición
gubernamental ha dado señas de moverse (más en lo internacional que en lo
nacional, como demuestra la sección del capítulo dedicada a este tema) hacia
una perspectiva basada en la salud pública y menos concentrada en la guerra
contra productores y consumidores (Dangond, , ). El capítulo reseña los
momentos claves de esta transformación así como las dudas que han dicultado
un movimiento más rápido a favor de abandonar el prohibicionismo extremo.
Y en el tema de derechos humanos, aunque ha habido un esfuerzo grande por
abandonar el tradicional discurso negacionista y la actitud defensiva en esta
materia y se ha transitado hacia un reconocim iento explícito del problema y la
formulación de salidas institucionales concretas, aún hay vestigios de la vieja
estrategia que pretende minar y debilitar a aquel los organismos internacionales
encargados de vigilar el comport amiento del Estado colombiano en materia de
derechos humanos (Borda, b; Borda y Sánchez, ). La sección sobre este
tema narra con detalle est a tendencia.
Durante décadas, la identidad internac ional colombiana estuvo delineada por
su participación en el negocio internacional de las drogas il ícitas y por nuestra
condición de país azotado por un conicto ar mado. Buena parte de la política
exterior se diseñó para satisfacer la s necesidades locales que imponían estas dos
problemáticas y ello terminó congurando una identidad particular del país
en foros internacionales. El control parcial sobre los problemas de seguridad
generados por el narcotráco y la gradual consolidación del proceso de paz han
removido estos pilares fundamenta les de la política exterior y han obligado a un
replanteamiento de esta misma y consecuentemente de la identidad internacio-
nal colombiana. Por eso, la actual es una c oyuntura de transición irresuelta en
el diseño e implementación de la política exterior colombiana. Como demos-
traremos, parece haber un bosquejo de un nuevo gr upo de premisas alrededor
de las cuales se quiere recongu rar el comportamiento internacional del país.
En algunos temas la tr ansformación de esas premisas es más clara que en otros:
en unos, las transformaciones son hasta a hora discursivas y aún no se han con-
solidado en cambios reales de política, mientra s que en otros, el cambio es más
profundo. En este capítulo intentaremos explorar algu nas de estas diferencias.
Una breve reexión, entonces, sobre este concepto de identidad internacional
se hace necesaria. La identidad i nternacional de un Estado, como la identidad
de un individuo en sociedad, está compuesta por el gr upo de características que
lo hacen reconocible en un nivel internacional/social. Dichas características

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