Prefacio - Socioeconomía de la solidaridad. Una teoría para dar cuenta de las experiencias sociales y económicas alternativas - Libros y Revistas - VLEX 795350053

Prefacio

AutorJosé Pérez Adán
Páginas13-17
13
En sus inicios como disciplina universitaria en los albores del siglo pasado en
Europa, la ciencia económica nació de la sociología, que se había consolidado poco
tiempo antes, y fue ganando solidez paso a paso hasta conseguir la autonomía.
Después, muchos sociólogos a uno y otro lado del Atlántico, hemos desarrollado
gran parte de nuestra docencia en facultades de Economía que se han multiplicado
mucho más. El hermanamiento entre estas dos ciencias sociales, la economía y la
sociología, viene, pues, de antiguo.
Se trata de un hermanamiento saludable cuya génesis conviene recordar cada
vez que la economía desborda su cauce. Esto es: cada vez que se olvida de la gente.
Es una experiencia que hemos sufrido muchos académicos con los llamados planes
de racionalización curricular que impelen a una mayor especialización. Así, por
ejemplo, cuando se pretende que una carrera de economía sólo enseñe economía.
Y es que hay quienes opinan, contra toda evidencia y contra toda crisis, que la
ciencia económica hapasado de ser una ciencia social a convertirse en una ciencia
exacta:quela acción humanadeviene enmero eco mecánico de incentivos y
recompensas. Que todo, a fin de cuentas,dicen, se rinde al azar: es eljuego del
mercado nos guste o no.
Quizá es que no se han fijado en lo que existe más allá de sus especialidades
cerradas o más allá de la academia. La sociedad es una armonía de dependencias
articuladas que configuran identidades desde las que nacen los reclamos de libertad.
Por eso las ciencias sociales, el derecho, la política, la economía o la sociología, nunca
pueden prescindir del reconocimiento de lo humano. Se sirve a gente, y para ello
es preciso conocerla, y reconocerla como finalidad. Nunca se puede considerar a
la gente como medio para alcanzar un preconcebido fin legal, político, económico
o social. Más bien es al revés. Ello no quiere decir que todos los que han combi-
nado el pensamiento social y el económico hayan acertado, figuras como Smith,
Malthus, Marx, Weber, Pareto, Myrdal, Bell, Dahrendorf o Etzioni, pero sí que no
han errado en lo que tienen en común. Sin embargo, parece que esta herencia no
debe tenerse en cuenta para los defensores de ese positivismo económico que afirma
la autonomía económica de lo social.
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