Presentación
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Diálogos de Derecho y Política \\ Número 22 \\ Año 9 \\ ISSN 2145-2784 \\ enero – abril de 2019. Pág. 5
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Presentación
En el marco de las votaciones para la priorización de proyectos de presupuesto participativo en
Medellín, la Corporación Viva la Ciudadanía hizo una encuesta para tener un acercamiento a la
cultura política de la ciudad. Algunos resultados son preocupantes, o al menos dejan abiertas
varias preguntas.
Pese a que las personas encuestadas fueron seleccionadas de entre quienes participaban del
evento democrático, el 19.7% no sabían con precisión qué se estaba eligiendo. El 21,74% de los
encuestados dijeron desaprobar los liderazgos comunitarios de sus comunas o corregimientos;
sin embargo, más de la mitad de las personas encuestadas respondieron que asistían convocadas
por esos líderes o en el marco de los programas y espacios que ellos orientan ¿Qué motivo a los
electores a asistir a las urnas? Una posible respuesta estuvo en la respuesta de la mayoría de las
personas encuestadas, que afirmaron basar su elección en la conveniencia para sí para sus
familias o en la obediencia a la instrucción de uno de los líderes (En los que dijeron no confiar)
¿Se trató de posiciones egoístas? ¿Hubo otros estímulos para los electores? La aparente tendencia
egoísta se confirma en que un 21.98% de las personas dijeron estar en desacuerdo con la
priorización de proyectos en favor de mujeres transgénero; sin embargo, un 94,5% dijo que
gustaba del enfoque diferencial, siempre que incluyera a poblaciones cercanas (niños que son
hijos, sobrinos o hermanos; padres o abuelos de la tercera edad).
Por otro lado, el acuerdo de Paz suscrito entre el Estado colombiano y las FARC-EP parece haber
generado un escenario aperturista para la democracia, un nuevo contexto en que se ampliaron las
estructuras de oportunidad política, es decir, “el grado de probabilidad que los grupos tienen de
acceder al poder e influir sobre el sistema político” (González, 2006, página 29). Sin embargo,
ese aperturismo también ha sido contexto para que actores autoritarios -otra vez- acudan a la
violencia como medio de imposición política, arrasando con los intereses de comunidades y
poblaciones históricamente marginadas. Según el Nodo Antioquia de la Coordinación Colombia
Europa Estados Unidos, solo en el 2018 se presentaron 470 agresiones en contra de líderes y
liderezas sociales y políticas en Antioquia (CCEEU, 2019, p. 10).
Ya inició la carrera política para las elecciones populares locales y departamentales. Candidatos
y candidatas a gobernaciones, alcaldías, asambleas departamentales, concejos municipales y
juntas administradoras locales atiborrarán nuestras calles con sus imágenes sonrientes, sus
promesas bienintencionadas o sus propuestas deliberadamente engañosas. De cualquier manera,
los contextos locales han sido la hoguera en que se ha encendido la violencia política y social -
no pocas veces alentada por poderes nacionales- y donde se ha opacado cualquier luminosidad
democrática.
Por los problemas aparentes de una cultura política en que el egoísmo y la trampa son fuente para
la participación; por la esperanzadora apertura que generan los vientos -cada vez menos fuertes-
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