Presentación: la estética y las acciones políticas del arte - Núm. 58, Julio 2018 - Revistas Estudios de Filosofía - Libros y Revistas - VLEX 744095381

Presentación: la estética y las acciones políticas del arte

AutorCarlos Vanegas Zubiría
CargoEditor invitado
Páginas7-8
Estud.los nº 58. Julio-diciembre de 2018. Universidad de Antioquia. pp. 7-8.
ISSN 0121-3628. ISSN-e 2256-358X
Presentación: la estética y las acciones políticas del arte
La modernidad, a partir del Romanticismo temprano y la Revolución
Francesa, puso en crisis la relación tradicional entre arte y política. Si una
de las funciones del arte había sido la expresión y legitimación del poder en la
historia social y política, en tanto posibilidades que presentaban expectativas de
futuro para la cultura, los artistas comenzaron a diferenciarse y separarse de lo
público al cuestionar el mercado anónimo vinculado al compromiso político, la
instrumentalización brutal del arte al servicio de la política revolucionaria y
la utopía, y al alejarse de cualquier visión esperanzadora de transformación social.
Un recorrido que puede ser entendido como una historia de tensiones y opciones
frente a lo político que todavía hoy marca las representaciones dominantes del arte.
Por ejemplo, si pensamos en el museo como correlato moderno, este se
presenta como un espacio cultural propicio para resguardar y desarrollar una relación
con el mundo que se resiste a sucumbir ante los apuros de la praxis y las exigencias
del conocimiento conceptual; asimismo, la naturaleza moderna del museo se ofrece
como una forma de comunicación que se arma en el ámbito del sentimiento y el
pensamiento inmersos en su historicidad. En este espacio se traen nuevamente los
acontecimientos a la conciencia pública para convertirlos en referente inmediato
de la acción en la esfera pública. Este proceso implica hacer historia (reconstruir
acontecimientos, rescatar testimonios, explicar procesos y situaciones), pero sólo se
logra cierta ecacia social cuando se imprimen en los miembros de una comunidad
determinadas valoraciones morales, asunciones de responsabilidad y elementos
identitarios.
Ahora bien, tanto la losofía como la historia se han ocupado de estas
cuestiones desde hace mucho tiempo. Tanto en la tradición losóca ligada a la
vanguardia y el marxismo (Benjamin–Adorno–Menke), cuya perspectiva tiene
tintes revolucionarios y función crítica para prevenir a la cultura del desastre de
la censura y la homogeneización del pensamiento, como en las tradiciones que
consideran al arte como forma de construcción de lo público (Hegel–Gadamer–
Danto–Nussbaum, incluso Duque), se presenta una densa trama que une la cuestión
del campo político con el tiempo, la identidad, la experiencia, el olvido, la imagen,
o la huella, en relación con los fenómenos de la cultura como el arte. Se reconocen
en esta tensión las condiciones para el diálogo y la participación colectiva en la
construcción de la sensibilidad para la política.

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