Raíces económicas de la formación bipartidista - Estado y política en Colombia - Estudios sobre el Estado y la política en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 777560925

Raíces económicas de la formación bipartidista

AutorAngelika Rettberg - Laura Wills-Otero - Luis Javier Orjuela Escobar
Páginas51-83
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Capítulo segundo
Raíces económicas de la
formación bipartidista
Introducción
E   se propone plantear, sobre la base de una serie de hi-
pótesis, las diferentes relaciones sociales que parecen explicar el origen de los
partidos políticos colombianos, el liberal y el conservador, durante el siglo .
Para tal efecto se postula inicialmente el problema de la diversidad regional
frente al de la necesidad de los tratamientos globales, necesidad que brota de
las condiciones generadoras de la nacionalidad. Teniendo en mente esta doble
obligación para lograr una conjunción metodológica, se aboca seguidamente
una de las características prominentes de la formación de la clase dominante
criolla durante la Colonia, más exactamente en el siglo , característica que
muestra una relativa heterogeneidad de intereses dentro de su común y más des-
tacada preocupación como terratenientes. La actividad terrateniente de la clase
dominante es, precisamente, la que sirve para entender la dinámica del proceso
de apropiación territorial, salpicado por la diversidad de labores mercantiles.
Con la independencia colonial y la toma del comando de las relaciones
políticas del Estado por parte de la clase dominante criolla, el comercio se
constituyó, progresivamente, en la alternativa para suplir las limitaciones que
conllevaba la tendencia de monopolización de la propiedad territorial como
medio generalizado para la apropiación del excedente económico que produ-
cía la sociedad. Sin embargo, la debilidad comercial obligó al reforzamiento del
mecanismo de apropiación territorial, lo que desató una polarización entre la
clase dominante al desbaratar el consenso alcanzado durante la Independencia
sobre la necesidad de destruir la organización político-administrativa colonial.
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Así, la visión de que el andamiaje colonial era un obstáculo para alcanzar un
mejor aprovechamiento de las condiciones que ofrecía la economía se enfrentó
al temor de que con la remoción de tal organización se pudieran perder los
privilegios personales o de grupo ya alcanzados. En medio de la lucha política
por los liderazgos regionales y de estos enfrentados en continua puja por la
imposición de variados y difusos proyectos de nacionalidad, las dos visiones
en cuestión fueron tomando cuerpo alrededor de las facciones políticas que se
iban congurando, lo que desembocó, nalmente, en las dos fuerzas partidis-
tas tradicionales.
El problema regional y la heterogeneidad de la clase dominante
El centralismo que caracterizó el régimen colonial español tuvo que mantener
una serie de centros dependientes, virreinatos, capitanías y presidencias, dadas
las colosales dimensiones del imperio. A su vez cada centro colonial abarcaba
inmensos territorios que, como en el caso de la Nueva Granada, podían in-
cluir regiones geográca y económicamente muy disímiles. En este sentido, el
centralismo colonial neogranadino incluía administrativamente regiones geo-
grácamente separadas, con una autosuciencia económica diferencialmente
acentuada y con una relativa importancia de cada una de ellas en el conjun-
to del Virreinato, lo que conducía a rearmar los regionalismos y la tendencia
de autosuciencia. A esta insularidad geográca, conjugada más o menos
ecien temente en términos administrativos y políticos, se superponía un tipo
de insularidad social, producto de las condiciones materiales de la sociedad.
El centralismo colonial permitía y posibilitaba la existencia de diversos tipos
de organizaciones económico-políticas territorialmente maniestas: la enco-
mienda, que luego devino, desde nales del siglo , en la hacienda, y los res-
guardos indígenas, ambos salpicados muy irregularmente por lo que se puede
identicar genéricamente como pequeña producción parcelaria o economía
independiente.
Con la independencia colonial la conjunción político-administrativa de las
regiones quedó bastante debilitada, no existiendo sino en casos particulares
ataduras económicas interregionales por ujos de mercados notoriamente dé-
biles. No obstante, pudo persistir, frente a las singularidades regionales, el pro-
yecto ideológico-político de nacionalidad conformado durante la lucha, por
lo menos en lo que respecta a la Nueva Granada y descontando a Venezuela y
Ecuador. Así se desarrolló, durante todo el siglo , un vasto juego de compe-
tencia política entre una tendencia estructural centralizadora y otra de mante-
nimiento de una autonomía y dinámica políticas en cada una de las regiones.
Esta situación permitió congurar una especie de división social del trabajo
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R     
dentro de los sectores dirigentes: grupos relativamente bien caracterizados,
dedicados de lleno a la actividad política, los cuales, una vez denidas las su-
premacías individuales en el plano local, denición bastante agitada y conic-
tiva, determinada por las particularidades regionales, se lanzaban a la lucha
nacional con el n de ganar la representación de un difuso proyecto regional
de organización política nacional. Esta “clase política” como frecuentemente
se denomina hoy en día a los grupos de políticos profesionales, fue capaz de
ubicarse progresivamente en el primer plano de la habilidad en el manejo dia-
rio de la política, ganándose la conanza y el apoyo permanente de sus congé-
neres de clase dedicados a otros menesteres.
Pero esta especie de división de labores de la clase dominante, producida ya
en el siglo  y matizada con el postizo militarismo profesional de esta misma
centuria, encerraba una mayor heterogeneidad de clase. Sobre una base emi-
nentemente terrateniente, congurada a partir de la descomposición progre-
siva de la encomienda y de la constitución de la hacienda, la clase dominante
criolla englobaba un cúmulo de familias con actividades relacionadas con el
comercio. La minería, la usura, el comercio de exportación e importación, la
distribución y el intercambio interno de mercancías constituían mecanismos
de apropiación del excedente económico de la sociedad durante la Colonia,
rubricados por una fuente común de prestigio, poder e ingresos, derivada del
predominio de la actividad terrateniente. Así, dentro de esta amalgama de la-
bores, se fue erigiendo una amorfa clase dominante, cuya variedad no permitía
siquiera identicar fracciones en su seno. Esta paradójica complejidad, dentro
de la simplicidad de una clase dominante en proceso de estructuración, se ha-
cía aún mayor al contemplar las diferencias existentes en los procesos produc-
tivos de las distintas regiones neogranadinas. A diferencia de Europa, en donde
se conguró primero una clase terrateniente y luego una burguesía comercial
bien diferenciada, en la Nueva Granada, a la par que emergían los terratenien-
tes, se constituía en su seno el embrión de una burguesía comercial.
Limitaciones de la apropiación territorial
En términos generales, el dominio de la fuerza de trabajo constituyó el pro-
blema fundamental del sistema económico colonial de la Nueva Granada,
debido a los arraigados valores sociales de los españoles en contra del trabajo
manual, la disponibilidad de mano de obra indígena y, adicionalmente, esclava
 Al respecto Jaime Jaramillo Uribe anota que “[…] todo lo que signicaba trabajo manual, como
ocios artesanos y aun las profesiones de maestro de escuela y cirujano, se tenían como propias

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