La religión: un silencio de las R/relaciones I/internacionales. Causas de un exilio académico y desafíos teóricos de un 'retorno' forzado - Núm. 72, Julio 2010 - Colombia Internacional - Libros y Revistas - VLEX 728956997

La religión: un silencio de las R/relaciones I/internacionales. Causas de un exilio académico y desafíos teóricos de un 'retorno' forzado

AutorÁngela Iranzo Dosdad
CargoUniversidad de los Andes
Páginas15-50
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CHINCHILLA
para un gobierno de reconst rucción y de reconcil iación nacional con un cri-
terio ‘pluralista, patriótico, y democrático’” (Ferro y Uribe , ), lo que
sobresale no es su “generosidad ” en cuanto al diálogo, sino el hecho de que
toda solución “aceptable” debía ase gurar el acceso al poder. Esta posición se rá
raticada dur ante los diálogos del Caguá n (-), por quien se convirtió
en el “número uno” de las - en , A lfonso Cano: “Esta negociación
es exitosa si concluye en un gobierno de coalición en donde nosotros repre-
sentemos por lo menos  de ese gobierno”.3
La diferencia en torno a la denición de supervivencia pone además
de maniesto otra distinción central entre moderados y ext remistas: los
primeros perciben la política como un juego de suma variable, es decir que
pueden imagin ar (y aceptar) la posibilidad de “perder”, siempre y cuando
esto no signique “perecer ”, y bajo el entendido de que existe la posibilidad
de “ganar” en el futuro. La racional idad de los extremistas es diferente: la
política es denida como un juego de suma cero, es decir que se pierde si no
se gana y se gana c uando los otros pierden. La s , por ejemplo, parecen
ver en el control del Estado (y la f uerza coactiva que emana de él), el acceso
al “verdadero poder”, que es el que permite hacer los cambios necesarios,
e innegociables, para avanzar en la revolución. Ahora bien, si esto es así,
¿cómo explicar que algunos actores armados, en principio “extremistas”, se
muestren dispuestos a “negoci ar”, mientras que actores civiles, “moderados”
por denición, se hayan declarado en múltiples ocasiones en contra de u na
negociación de paz? Veamos más en detalle esta cuestión.
Actores armados y aversión a la incert idumbre política
En su estudio sobre las t ransiciones a partir de regímenes autoritarios,
O’Donnell y Schmitter () indican que facc iones moderadas pueden
privileg iar estrategias “duras”, por múltiples motivos. Estudios sobre los
sabotajes de procesos de paz —u n “saboteador” es un actor que intenta
hacer fracasar un acuerdo porque percibe la “paz” como un peligro pa ra sus
intereses (Stedman )— seña lan también que, bajo ciertas circunstan-
cias, todo actor puede rec urrir a las armas. En otras palabras, no existe a
priori que permita concluir que todo signatario de un pacto esté a favor de
la paz y que todo actor exc luido esté opuesto a ella (Zahar ). Además,
según Przeworski (; ), no es inhabitual observar ex tremistas que
cooperan y moderados que conf rontan. Una de las principales diferencias
entre el extremista y el moderado —conti núa el autor— es la aversión a
3 Entrevis ta a Jaime Zulu aga, profesor, Univ ersidad Nac ional de Colombia, r ealizada en
Bogotá, el 9 de ma rzo de 2007.
13Colombia Inter nacional 72, julio a diciembre de 2010: 5-27
SUPERVIVEN CIAS Y AVERS IONES DE LOS REVOL UCIONARIOS COL OMBIANOS
la incertidumbre pol ítica; el primero siendo menos sensible que el segundo
(Przeworski ). Si la incertidumbre se dene como la inc apacidad de los
actores de prever las acciones de sus adversarios, es entonces posible señalar
que es interés del moderado favorecer contex tos institucionales que la reduz-
can. En el marco de un conicto arm ado interno, esto es posible por medio
de la apertura de una negociación para sustituir l as armas por una serie de
reglas que perm itan a todos los actores defender sus intereses sin recur rir
a la violencia. Y pa ra que estas regla s sean capaces de hacer predecibles las
acciones del conjunto de actores, todos deben ace ptarlas, por lo cu al el pacto
debe ser inclusivo.
Sin embargo, cuando los costos de la guerra son menores que los de l a
incertidumbre asociada a un estatus de oposición civi l, esta misma aversión
puede llevar el moderado a confrontar. Esta tesis es central, ya que desliga
al tipo de actor de sus preferencias estratég icas. Si oponerse al statu quo de
forma desarmada signica ser asesinado, enca rcelado, torturado o exiliado,
la incertidumbre es m ayor aquí que los eventuales costos de la “luch a arma-
da”, en donde efectivos armados ga rantizan, a l menos, la defensa armada de
la vida. Y como el moderado privileg ia su superv ivencia física, es predecible
que, en dichas circunstancias, elija confronta r. El surgimiento del M- se
puede explica r de esta manera. El g rupo nace en , como reacción a la s
elecciones, fraudulent as según la Anapo, de , que postuló a l a Presidencia
al ex dictador Rojas Pinil la (Zuluaga ). La misma lógica aplica c uando se
percibe un statu quo f uturo nocivo producto de una negociación excluyente.
Antonio Navarro Wol, ex l íder del M- y gobernador del departamento de
Nariño (-), ha indicado que los acuerdos de La Uribe, un cese del
fuego rmado por el Gobierno y las - en , no incluían meca nis-
mos de concertación: “Entonces rea lizamos una serie de acciones mil itares
para presionar […] Y gracias a eso, el gobier no decidió impulsar la rma , con
nosotros, de un acuerdo que incluyera el diálogo nacional” (Lara , ).
En cuanto al ex tremista, éste también concili a y confronta, pero por ra-
zones diferentes: se pacta c uando el acuerdo garantiza su super vivencia po -
lítica en el poscon icto, pero como es insensible a la incertidumbre, no tiene
problemas en romper con todo proceso de paz que no c ulmine con su acceso
al poder. Además, como sus percepciones son de “juegos de suma cero” y su
denición de “supervivencia” está ligada al acceso al poder, su disposición a
transigir es mayor cuando el resu ltado se acerca a una “victoria negociad a”.
Como indicó Zuluaga (, ), las - y el  están dispuestos a
pactar “[…] siempre que esa negociación les al lane el camino para comparti r
el poder y se aprueben las reformas económica s, sociales y políticas” que
solicitan.
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Obviamente, no es lo mismo argüir teór icamente sobre las motivac iones
de los extremistas y moderados, y discer nir estos actores en un escenario
especíco de con icto armado inter no. Al respecto, cuatro preferencias es-
tratégicas, en tor no a las cuales los actores armados adoptan posiciones di-
vergentes, permiten efect uar dicha identicación. Se trata del reconocimiento
mutuo, la aceptación del pr incipio de negociación, el llamado para la denición
de reglas que regirán la negociación y el envío de señales costosas. Ademá s, la
distribución de los recursos políticos, económicos y estratégicos (Chinc hilla
) determina la capacidad de las facciones para hacer avanzar su agenda
dentro del grupo. Con base en evidencia histórica proveniente de los grupos
guerrilleros colombianos activos en las décadas de  y , se desarro-
llan estos elementos a continuación, y se argu menta que la posición que
un actor colectivo toma con respecto a la guerra y la paz señala quién —el
ala extremista o moderada— está en control de la situación. Estos casos
sugieren también que pa ra evitar f raccionamientos mayores de los actores
colectivos, una misma facción debe estar en control de los recursos políticos
y estratégicos.
LAS PREFERENCIAS ES TRATÉGICAS DE LOS REVOLUCIONARIOS
COLOMBIANOS ANTE L A POSIBILIDAD DE NEGOCIAR LA “PAZ”
El reconocimiento del adversario
El reconocimiento del adversario demuestra la c apacidad de los beligerantes
para evalua r, y tal vez modicar, su estrategi a. Para la oposición armada , éste
puede convertirse en el primer paso haci a un cuestionam iento de su identi-
dad revolucionaria (Lickl ider ). La primera vez que las  obtuvieron
este reconocimiento por par te del Gobierno colombiano f ue en , cuando
el presidente Betancur reconoció “causas objetivas y subjetivas” de la v iolen-
cia y garanti zó el respeto al principio de contestación política (Atehortúa
; LeGrand ). El Gobier no decretó una ley de amnistí a, se declaró dis-
puesto a negociar y r mó ceses del fuego con todas las guerr illas (Guáquet a
), con la excepción de l .
Ante esta apertura, las   indicaron que no depondrían las arma s
“hasta que sea el propio poder popula r el que nos las pida para entregárselas
a quienes ese gobierno revoluciona rio crea que nos tiene que reempla zar en
la lucha” (García Durá n , ). Pero este tipo de negativa, de las -
y del , a conferir legit imidad (parci al) al Gobierno es u na constante de
ese conicto ar mado. Cuando se plebiscitó favorablemente la realizac ión de
la , las - expresaron su disposición a dialogar con los const itu-
yentes (García Durán ) pero no con el Gobierno. Y durante los diá logos

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