Reseña de Annick Lempérière - Núm. 54, Diciembre 2015 - Revista de Estudios Sociales - Libros y Revistas - VLEX 649660065

Reseña de Annick Lempérière

AutorAnnick Lempérière
CargoDoctora en Historia por la Université Paris I, Francia
Páginas197-198
LECTURAS 197
Reseña de Annick Lempérière*
DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res54.2015.16
“Contra las ilusiones del ‘discurso’, como conjunto de
‘simples ideas’ cuya forma de existencia material no
importaría […], contra ese error que intenta captar el
problema del signicado, sin decir una palabra sobre
los soportes que le han dado existencia material”: así
concluye su libro el autor (p. 323), quien, pocas páginas
después de entrar en la sustancia de su estudio, había
advertido a sus lectores que “en el caso de los investi-
gadores de la cultura escrita, que dependen para sus
análisis del contacto directo con el texto,1 es decir del
reconocimiento visual de su forma (tamaños, letra,
tinta, tipos de papel, etc.)”, el hecho de que las princi-
pales bibliotecas “que en Bogotá tienen ejemplares
‘originales’ del Papel Periódico […] han prohibido de
manera terminante la consulta directa de cualquiera
de esos ejemplares”, no sólo al “público” en general
sino también a los “investigadores”, constituye un
“perjuicio mayor” (p. 18).
Renán Silva, quien “hace treinta años [comenzó] a
estudiar el Papel Periódico de Santafé de Bogotá” (p.
11), lo vuelve a tomar como objeto y fuente de estudio
de la Ilustración neogranadina, en la era en la que
estamos, de la digitalización de las fuentes primarias,
que son cuidadas y conservadas con celo —¿excesivo?—
por instituciones públicas y privadas especialmente
dedicadas a esa tarea. Hasta cierto punto, en cuanto a las
dicultades por resolver para seguir con sus compro-
misos intelectuales, el historiador contemporáneo se
encuentra en una posición, si no idéntica, por lo menos
comparable —aunque sea en sentido contrario— a la
del “autor” del Papel Periódico, Manuel del Socorro
Rodríguez, a la hora de “componer” la información de
que dispone para ilustrar a sus lectores. El historiador
de mediados de la segunda década del siglo XXI se ve
afrentado por el exceso, cada vez más inmanejable, de
la información de índole académica puesta en línea
(cfr. JSTOR, MUSE, CAIRN, SciELO, etcétera), mientras
la digitalización lo condena a acceder de manera casi
ilimitada y al mismo tiempo puramente virtual, a los
documentos originales que son la materia prima de
su producción historiográca. En cambio —como bien
lo demuestra Silva a lo largo de su libro—, en Nueva
Granada, en la última década del siglo XVIII, Manuel
del Socorro Rodríguez para cumplir con la misión que
1 Énfasi s del autor.
le asignaba a su Periódico— se vio en la necesidad de
arreglárselas con la (relativa) escasez de libros a su alcance
y la discontinuidad y aleatoriedad de la llegada de las (a
veces también escasas) noticias provenientes de la Europa
revolucionada por los acontecimientos franceses, a n
de poder informar e ilustrar a un público de lectores
creados y retenidos por la periodicidad y regularidad
del Papel Periódico.
Se trata de dos realidades comparables, en el sentido de
que tanto los ilustrados hispanoamericanos de ayer como
los historiadores de hoy en día tienen que componer
con ellas —sin poder controlarlas—, para producir
conocimiento y, en la medida de lo posible, también
advertir a sus lectores sobre los límites impuestos a
sus producciones intelectuales. Lo que demuestra de
manera gráca el libro de Silva es que, si bien como
autor de su propio libro no pudo ver ni tocar el Papel
Periódico bajo la forma material en que fue fabricado,
distribuido, leído y utilizado por sus lectores de la
década de 1790, tampoco Manuel del Socorro Rodríguez
estuvo en condiciones de comprobar la veracidad de
los acontecimientos de la Revolución Francesa que
relataba semana tras semana en su periódico, ni de
hablar con conocimiento de causa de los libros impresos
de la “época de la Ilustración”, en cuanto partícipe en su
naciente diseminación en las sociedades europeas de su
época y lector en condición de tocarlos con sus propias
manos. Sin embargo, una de las señales más notables
de la “ilustración” de Rodríguez fue, sin duda, su afán
por buscar y experimentar en su periódico una forma
de escribir —trátese de sus reexiones históricas y
losócas, o de la apremiante “actualidad” de la Francia
revolucionaria— que evidenciara el espíritu crítico que
creía su deber insuar en sus lectores.
Este nuevo libro de Renán Silva podría leerse empezando
por sus notas de pie de página, las cuales constituyen
por sí solas un ensayo historiográco completo —cosa
que no se logra sin haber tenido los propios libros en
las manos y bajo la mirada— entre referencias a una
bibliográca internacional y actualizada sobre historia
del periodismo, la lectura, la Ilustración, y otros temas
adyacentes, y polémicas argumentadas en contra de
corrientes historiográcas ya anticuadas, aunque
todavía vivas (el “nacionalismo criollo”, la “historia de
las ideas”), o al contrario, de moda, como el poscolonia-
lismo. Basado en un diálogo crítico con las aportaciones
de esta bibliografía fundamentalmente “europea” —en
cuanto a su origen y objetos de estudio—, el libro de
Silva retoma el tema de los procesos de cambio socio-
* Doctora en Hi storia por la Un iversité Pa ris I (Fra ncia).
Profesora de la Un iversité Pa ris-I Pa nthéon-Sorbon ne
(Francia) . Correo electrónico: an nick.lemperiere@ orange.fr

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