La Transmutación Competitiva. Qué es Competitividad - Primera parte - Transmutación competitiva. Cómo determinar y mejorar su competitividad - Libros y Revistas - VLEX 370604558

La Transmutación Competitiva. Qué es Competitividad

AutorRodrigo Villamizar Alvargonzález
Páginas34-75
–34–
1. Introito, evolución y transmutación.
2. Los Componentes de la competitividad y ejemplos de la vida diaria: el ADN.
3. Otros conceptos asociados a la transmutación: el ARN.
4. Confusión. El debate. Lo que no es la competitividad.
5. Las mil y una definiciones (y opiniones) de competitividad.
6. Que es (finalmente) la competitividad.
7. Aproximación metodológica a la competitividad.
8. Comentarios.
Si uno no conoce hacia qué puerto navega,
ningún viento le es favorable.
Lucius Annaeus Seneca
Bueno, mejor, máximo. Nunca debes parar.
Nunca descansar. Hasta que lo bueno
sea mejor y lo mejor máximo.
Tim Duncan
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Qué ‘es’ y qué ‘no’ es la competitividad
1. Introito, evolución y transmutación
Introito
Ésta es la única sección del libro donde se hace alusión al tema de la Evolución. Por ser la evolución
un elemento central del ‘desarrollo’ y, por lo tanto, parte de la esencia de la transmutación y la com-
petitividad, suponemos que con unos lineamientos generales (superficiales) sobre su estudio cumpli-
mos el objetivo general de dar un telón de fondo a nuestra metodología. Es pertinente aclarar que
nuestra formación abarca las disciplinas de economía, matemáticas, ingeniería y estadística, pero no
biología, ni antropología o historia. En el mejor de los casos somos aficionados ‘evolucionistas’. Nues-
tra área de enfoque, sin embargo, no es la aplicación de comportamientos de evolución de los indi-
viduos sino la forma como las organizaciones y los Esfuerzos Colectivos (EECC) logran superar y
trascender la mera supervivencia y alcanzan estadios de desarrollo superior.
En su famosa serie de TV y libro, The Ascent of Man, Jacob Bronowski(1) nos alerta que en los
procesos que involucran la selección natural de tipo darwiniano la evolución ‘no’ significa progreso,
tan solo adaptación. Al contrario de la naturaleza, en economía las nuevas formas de cambio y cre-
cimiento que implican evolución ‘transmutativa’, sí son garantía de progreso y –bajo ciertas condi-
ciones particulares– también implica óptimo desarrollo. Es decir, lo que diferencia las ‘formas’ de la
naturaleza y los EECC es la ‘transmutación’. Todo ente individual y social participa de la secuencia
permanente de creación–destrucción, en el proceso de supervivencia, crecimiento y progreso por parte
de los EECC es posible aunque su desenlace sea incierto. Tanto para individuos como para entes co-
lectivos o EECC, la experiencia propia y aprendizaje de lo que hacen otros, los que ganan y los que
fracasan, se convierte en una poderosa arma para intentar nuevas opciones o perseverar en las alter-
nativas exitosas. Aunque los gobiernos hagan el papel de apaga fuegos rescatando a los bancos de
las llamas de las crisis financieras nunca sabremos con certidumbre quienes deberán pagar por los
daños y la ruina, pero sí estaremos en mejor posición de evitarlas en el futuro. La maravillosa creación
Capítulo I
–35–
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de diversidad económica en los mercados no se debe a un diseño mágicamente pre-concebido sino a
los sube-y-baja, pánicos y celebraciones, inflación y deflación, burbujas y quiebras de la e volución de
las economías tratando de no fracasar, o ‘fracasando mejor’ como decía Becket, para poder conseguir
escalar a otro peldaño superior.
La visión tradicional de la evolución de individuos y organizaciones toma un sentido más pro-
fundo cuando se involucra la variable energía. Un poco conocido autor, Edward Sacher, profesor aus-
triaco de Ciencias(2), fue quien primero expresó (1881) que el progreso de los sistemas económicos
dependía de la cantidad de energía que extrajeran de la naturaleza. Él calculó, por ejemplo, que un
pueblo nómada consumía alrededor de 12 Giga joules/año; una sociedad rural consumía alrededor
de 60 GJ/a y los países más desarrollados de Europa: 85 GJ/a. Posteriormente, en 1926, Frederick
Soddy(3), Premio Nobel de Física, propuso la relación entre energía, evolución y el futuro humano ase-
gurando que “Desde el punto de vista de la energía, el progreso puede ser entendido como la maestría y control de
las fuentes de energía…” (p. 48). Y ello fue ratificado por la ecuación más famosa de la historia, según
la cual la energía de todo cuerpo material es igual a mc2(Einstein, 1907)(4). Después, Alfred Lotka(5),
en 1925, formuló la ley de la máxima eficiencia. Para él lo más importante para el crecimiento, repro-
ducción y progreso de las especies no radicaba en la conversión sino en la producción de energía. Fi-
nalmente, fue Edwin Schrodinger(6) quien, en 1944, invocó la capacidad ‘anti-termodinámica’ de crear
orden a partir del desorden.
Pero conjugar evolución, energía y competitividad no es trivial; especialmente cuando intervie-
nen entes de gran complejidad como las organizaciones, los mercados y las sociedades. Para simpli-
ficar el análisis nos concentraremos, primero, en la evolución y, segundo, en la transmutación.
Empezaremos diciendo que si la evolución es responsable del texto, la transmutación lo es de la poesía.
Repasemos algo sobre la primera. Si hay una palabra que comúnmente va conectada con evolución
es Darwin. Charles Darwin nació hace 200 años, casualmente en la misma fecha que Abraham Lincoln
(febrero 12 de 1809), quien también escribió sobre el tema: Por qué la Evolución es Verdad (Why Evo-
lution is True) separándose de la creencia de la mayoría de sus compatriotas. Uno de los libros de Dar-
win, Plantas Insectívoras (Insectivorous Plants), publicado en 1875, posee un capítulo titulado “Los
Tiranosaurios Verdes” (The Green Tyrannosaurs) que muestra, usando la genética, cómo las plantas in-
sectívoras evolucionaron muchas veces en respuesta a la falta de nitrógeno en el suelo. Darwin escribió
también libros sobre las lombrices, las emociones, las orquídeas, los corales y en uno titulado Los Mo-
vimientos y Hábitos de las Plantas Trepadoras (The Movements and Habits of Climbing Plants), explora como
las plantas enfrentan problemas similares a los de los animales y cómo los solucionan, sin moverse.
Pero Darwin es fundamental y universalmente conocido por su libro El Origen de las Especies (On the
Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life) pu-
blicado hace 150 años, que trata sobre los orígenes del hombre y de las razas. Según un reciente libro,
La Causa Sagrada de Darwin (Darwin’s Sacred Cause) de Desmond y Moore(7), la tesis central sobre la evo-
lución humana de Darwin partió de la idea de la ‘diversidad’.
¿Por qué anotamos esto? Porque la competitividad, como lo veremos adelante, está basada
en la ‘diversidad’ o multiplicidad de opciones; en la aleatoriedad (randomness), en el ímpetu por su-
perar las limitaciones, y en la utilización del conocimiento para fines propios, ‘egoístas’. Lo que so-
mos como seres individuales y sociales es el resultado de un fantastillón de iteraciones aleatorias,
de procesos puntuales de adaptación. El hecho de que nuestra realidad actual sea considerada exi-
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