El Valle Encantado: (re)construyendo la comunidad política frente al desplazamiento forzado en Colombia a la luz del pensamiento de Hannah Arendt - Núm. 1, Agosto 2016 - UNA. Revista de derecho - Libros y Revistas - VLEX 650853921

El Valle Encantado: (re)construyendo la comunidad política frente al desplazamiento forzado en Colombia a la luz del pensamiento de Hannah Arendt

AutorHelena Sanint
CargoFilósofa y abogada de la Universidad de los Andes
Páginas1-43
UNA Revista de Derecho
Vol. 1: 2016
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Artículo
EL VALLE ENCANTADO
:
(RE)CONSTRUYENDO LA COMUNIDAD
POLÍTICA FRENTE AL DESPLAZAMIENTO
FORZADO EN COLOMBIA A LA LUZ DEL
PENSAMIENTO DE HANNAH ARENDT
Helena Sanint Uribe1
Resumen
En este artículo, quise presentar una manera de considerar el daño que ha
sufrido la población desplazada en Colombia a la luz de los planteamientos
de Hannah Arendt en torno a la política. Así pues, propongo que una
lectura política del daño permite considerar la forma en que muchas
víctimas del desplazamiento forzado han hecho frente a la violencia que
desgarró su comunidad y han logrado, a pesar de esto,
comenzar de nuevo
.
De esta forma, los relatos de estas víctimas ilustran las consideraciones de
Arendt acerca de la posibilidad fundamentalmente humana de esa
resistencia, de ese
nuevo comienzo.
Palabras claves
Hannah Arendt, daño político, desplazamiento forzado, comunidad política,
derechos, nuevo comienzo.
Abstract
In this article I consider the damage suffered by the violently displaced
people due to the internal conflict in Colombia under Hannah Arendt’s
considerations on politics. Thus, I propose that this political reading on the
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
1 Helena Sanint Uribe. Filósofa y abogada de la Universidad de los Andes de
Colombia, ha realizado investigación con la profesora Laura Quintana, del
Departamento de Filosofía de la Universidad de los Andes, en temas de filosofía
política contemporánea, específicamente en el pensamiento político de autores
como Hannah Arendt, Jacques Rancière y Michel Foucault y cómo ciertas lecturas
de los mismos permiten repensar fenómenos propios del conflicto armado interno
colombiano. Otra versión del presente documento fue presentada como trabajo de
grado para optar por el título de filósofa, ante el Departamento de Filosofía de la
Universidad de los Andes y al Concurso Nacional Otto de Greiff para mejores
trabajos de grado, en su versión 17 en el año 2013, en el cual se obtuvo el tercer
lugar. Correo electrónico: hsanint@gmail.com
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damage helps us understand the way in which many victims of this turmoil
have had resisted and confronted by acting together towards a
new
beginning,
the various forms of violence that destroyed their communities.
The stories told by some of these victims illustrate Arendt’s idea of the
basic human condition of natality as the possibility of starting something
anew with other human beings.
Key words
Hannah Arendt, Political Damage, Forced Displacement, Political
Community, Human Rights, Political Rights, New Beginning.
I. Introducción
Porque llevábamos algo que allí, allá no tenían;
algo que solamente tiene el que es arrojado de
raíz, el errante, el que se encuentra un día sin
nada bajo el cielo y sin tierra; el que ha sentido
el peso del cielo sin tierra que lo sostenga
(María Zambrano,
La tumba de Antígona)
En una conferencia acerca de
El presente dilema de la filosofía,
William
James trae ante nosotros una discusión sobre la filosofía y su quehacer algo
que o no nos resulta del todo evidente o que conscientemente decidimos
ignorar. Lo que James audazmente nota es que la historia de la filosofía
está atravesada por choques temperamentales:
Cualquiera que sea el temperamento que posea un filósofo
profesional, éste tratará, mientras filosofa, de aplacarlo. El
temperamento no es una razón convencionalmente reconocida, por lo
cual le urge encontrar únicamente razones impersonales para sus
conclusiones. Sin embargo, su temperamento es lo que realmente lo
hace inclinarse más fuertemente, hacia un lado u otro, más que sus
premisas estrictamente objetivas (James, 2000, 8. Traducción mía).
En esta reflexión James percibe, precisamente, que lo que nos hace
inclinarnos hacia ciertas formas de hacer filosofía, hacia ciertos filósofos
más que hacia otros, es una cuestión de temperamento, o de afinidad de
carácter. Y es justamente del reconocimiento de esta idea que quisiera
comenzar a explicar por qué escogí la filosofía de Hannah Arendt para
hacer este ensayo.
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Mis razones, lejos de ser rigurosamente objetivas, apuntan más bien al
hecho de que al cabo de enfrentarme a distintos temperamentos, en
términos de James, y formas de hacer filosofía, encontré una afinidad
particular por la manera en que Hannah Arendt nos permite pensar
nuestro propio quehacer teórico. Es por esta razón que lo que quisiera hacer
en este escrito, más allá de dar cuenta de una lectura cuidadosa y juiciosa
de los textos y conceptos de Arendt, es más bien detenerme en la manera en
la que ella nos permite pensar la tarea de la filosofía, frente a una realidad
urgente y que se nos revela como incomprensible. La filosofía cumple su
papel más primordial cuando sus sistemas, conceptos y razonamientos se
vuelven torpes y obsoletos frente a una realidad que la rebasa; cuando el
filósofo se encuentra sin alicientes teóricos y conceptuales que le permitan
construir discursos sobre un hecho en particular, y se ve obligado a
examinarse a sí mismo para intentar comenzar a comprender. Es por esto
que la filosofía de Arendt resulta tan actual y pertinente para acercarnos a
los fenómenos de violencia y horror que plagan la realidad del campo y las
ciudades en Colombia, pues no tiene tanto que ver con que sus conceptos se
adapten y adecuen a nuestra realidad, sino más bien esa necesidad urgente
de examinar y comprender eso que constituye la realidad y nuestro mundo,
nuestra vida, a la luz de esos sucesos en los que la filosofía vuelve a su
comienzo, a una aporía, donde debemos hablar sin tener voz o contemplar
una realidad que se nos escapa a la vista.
Arendt habla del totalitarismo como una experiencia frente a la cual el
pensamiento fracasa, las palabras se vuelven obsoletas y las preguntas
incesantes, justamente debido a que su novedad y, a la vez, su violencia
han abierto un hiato entre el pasado y el futuro, y han traído consigo “el
desmoronamiento de nuestras categorías de comprensión”. Pero parece que
es justamente esta sensación de no saber cómo comenzar a comprender el
acontecimiento, de asombro ante la novedad de lo sucedido, lo que permite
comenzar la tarea de intentar comprenderlo. Es precisamente esa
sensación en la que no sólo no sabemos qué decir ni cómo decirlo, sino que
tampoco sabemos si debemos hacerlo o es mejor guardar silencio. Y sin
embargo, la consigna de Arendt parece ser exactamente esa: perseverar en
esa sensación de imposibilidad, en ese asombro: “Allí donde fracasa el
pensamiento es donde debemos perseverar en el pensamiento, o más bien,
darle un nuevo sentido”. (Arendt, 2001) Es posible, entonces, establecer un
vínculo entre este quehacer que emprende la misma Arendt frente a los
acontecimientos de su época y eso que los griegos consideraban como el
inicio mismo del quehacer del filósofo. Se trata de esa misma noción de
asombro (
thaumadzein)
en la que se encuentra el filósofo ante la
encrucijada o paradoja de su propia comprensión y es ésta la que lo lleva a
seguir indagando; a emprender el camino de la filosofía. Y sin embargo esta
perplejidad que da cuerda a nuestras indagaciones y reflexiones, tanto en el

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