Vertiente actoral. Cómo hablar y sustentar, apropiadamente, un argumento legal en una Audiencia Pública. - ABC del nuevo sistema acusatorio penal, El - Libros y Revistas - VLEX 42406677

Vertiente actoral. Cómo hablar y sustentar, apropiadamente, un argumento legal en una Audiencia Pública.

AutorVíctor Orielson León Parada
Páginas147-158

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Prolegómeno Cuarto

Avance de la entereza profesional y de la confianza en sí mismo.

Cuando las circunstancias profesionales exigen hablar en público, muchas veces y a una gran mayoría de personas que utilizan el lenguaje oral como herramienta e instrumento, para sus actividades laborales, el nerviosismo se apodera de ellas de tal forma que les imposibilita razonar con fluidez; les bloquea la atención que teóricamente tenían dispuesta sobre el tema; es decir, les "asusta y espanta" lo que tenían que exponer.

Por ese bloqueo nervioso se pierde la confianza en sí mismo, la serenidad se turba y el valor y el ánimo sucumben por la fractura que el ahogo sufre en la espiración y expiración del aire que proviene del sistema infraglótico, los pensamientos se confunden y yuxtaponen en forma atropellada, esa ilación secuencial y lógica del discurso se rompe en mil pedazos..., la persona expuesta desearía que un gran agujero negro se lo tragara inmediatamente.

¿Cree usted que exista la posibilidad de dominar y aprender a hablar y sustentar en una Audiencia Pública o, por lo menos, el poder exponer algunos elementos básicos de lo que le corresponde como profesional del Derecho, en un momento determinado? Desde luego que si. No es cuestión de que lo crea o no, lo sabemos. Estamos convencidos de que se puede lograr y quien se lo proponga, lo hará, si se empeña con juicio y método. El premio, es decir, la facultad de hacerlo, es el placer de realizarlo y, de contera, el mejor servicio que puede prestar al cliente o a la causa que se defiende o ataca, en una Audiencia Pública.

Se dio el caso de un abogado que, estaba mejor preparado que otro cualquiera, dado que había estudiado las leyes durante muchos años; y había podido exponer, incluso, sus sesudos y profundos conocimientos durante horas al compañero de la izquierda o de la derecha. Pero le sucedía que al levantarse y tratar de decir esos mismos argumentos delante de un grupo de interlocutores, aun pequeño éste, esta situación se le convertía en otro cantar. El susto le erizaba sus pelos y ponía su boca como una caverna seca que escondía una lengua enrollada y anudada, que le ahogaba. El corazón le comenzaba a latir con mayor prisa y hasta se le detenía en seco, a veces; sus ideas se convertían en humo. El hombre sentía una total tristeza por la impotencia y el "oso" o ridículo que hacía por el atafago de los nervios.

El éxito para sobreponerse a estas dificultades es que los discursos y los subtemas que se deriven de él, se deben preparar con mucha minuciosidad yPage 148 estudio. El saber elocucionar en público apasiona de emoción y regocijo, además que con ello se gana el respeto y la admiración de los demás. La adquisición de la resolución de hablar en público y de la confianza en sí mismo, más la facultad de discurrir con calma y claridad, mientras se habla a un auditorio, no representa un porcentaje mayor de la dificultad que la mayor parte de la gente supone o cree; tampoco es un don que la naturaleza concede a un número limitado de escogidos; no, cualquiera puede desarrollar sus dotes latentes, siempre que tenga la intención de hacerlo.

Al mentalizarnos de que podemos hacer una buena exposición y con ello reflexionar con fluidez, cuando se está en pie o cuando se está sentado se concluye que es una realidad palpable y posible. El sólo saber que delante de nosotros hay un grupo de personas que nos escuchan y que no saben o no conocen del tema que efectivamente nosotros si sabemos, nos debería azuzar y alentar para "contarles" y "enseñarles" eso que nosotros ya sabemos porque lo hemos estudiado, porque lo hemos planeado. Inclusive, cuando estamos en plena exposición de los argumentos, otros hechos o ideas que no creíamos dominar pasan como "flotando" por delante de nosotros y "sólo hay que estirar la mano" para irlas cogiendo con oportunidad; alguien dice que son los "recursos" que nos brinda nuestra experiencia. Para vencer esos miedos y temores de hablar en público, tan sólo existe una fórmula: adiestramiento y ejercitación, apoyados por la confianza propia y el valor y el estudio de lo que vamos a exponer.

Jiménez de Azúa, ilustre tratadista y doctrinante del Derecho Penal, describe la primera clase que debió dar como profesor Auxiliar de Derecho Penal en la Universidad de Madrid: "Se entraba al estrado por una pequeña puerta y se ascendía a él por una breve escalera, oculta a los alumnos por la propia mampara. Al subir aquellas escasas escaleras era tal mi temor, que no pude mantenerme en pie: los salvé caminando como un cuadrúpedo."

Sin embargo, es natural tener al principio cierta nerviosidad y turbación. Hablar en público implica cierta responsabilidad, cierta turbación, cierto esfuerzo, cierta excitación. Todo discurso, especialmente los de cierto mérito -una defensa o un ataque en un juicio acarrea suprema responsabilidad sobre la dignidad de un hombre, el sindicado- se caracterizan por la nerviosidad. No obstante, algunas personas sienten cierta turbación en un momento antes de comenzar, pero pocos segundos después la turbación desaparece.

Etapas de adiestramiento

Primera: Iniciar con pretensión viva y pertinaz

El empeño persistente más la confianza y la capacidad por superar los escollos que se presenten en el ejercicio y adiestramiento, son los mejores elementos para obtener el progreso y éxito del estudio de la oralidad. Varios factores deben ser tenidos en cuenta, como referentes inmediatos, para comenzar en el estudio:

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* Dinero y prestigio social

* Los amigos nuevos

* La influencia personal sobre los demás

* Mayor capacidad de mando (liderazgo)

* Porvenir y respeto

En la Sala de Audiencia y ya delante de ella, se debe buscar que todos piensen como uno..., esto proporciona efecto de fuerza, sensación de poder, y complace el orgullo por la consecución personal, por el impacto que se causó en los interlocutores. Cuando se "captura" el interés y concentración de un público por un tema en particular, ya se tiene ganado un gran porcentaje sobre el impacto del mensaje que se pretende dar.

Es importante "merodear" el tema, en el buen sentido de la palabra, con otras anotaciones o comentarios cotidianos, sean ellos risibles o contrastantes con las vigencias sociales, políticas, económicas, culturales, etc., que se estén sucediendo en el momento. Se debe contextualizar el tema a exponer con otros contenidos temáticos que conozcan o manejen las personas que se encuentran al frente, ello permite dar cierta actualidad y vigencia, en relación, con el tema expuesto.

Ejercicio Nº 1

Establezcamos una noche a la semana para leer parte de lo aquí consignado y preparemos discursos de una página, cuando menos. Démosle a ese discurso tonalidades, y modulaciones; acentos y ritmos y velocidad. Elaboremos sobre ese discurso un pequeño plan (mapa conceptual, apoyado por subtemas), mirémonos y observémonos, muy detenidamente, frente a un espejo (puede ser en el del baño) todas nuestras modulaciones y gestos del rostro; escuchémonos las tonalidades y concordémoslas con la actuación de los gestos; ensayemos perfiles y los mejores ángulos del rostro y, también, ensayemos miradas: tiernas, agresivas, románticas, severas, contundentes, etc.

Conozcamos cómo se podría ver nuestro rostro cuando pronuncia ciertas palabras, impregnadas ellas de acentos y tonalidades. Ello le permite asumir cierta confianza en sí mismo cuando está expresando y articulando su propio discurso frente al auditorio, además, esa...

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