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A vueltas con la praxis: algunas reflexiones sobre las condiciones históricas de la hegemonía y el populismo

AutorGermán Cano
Cargo del AutorProfesor titular de Filosofía Contemporánea. Universidad Alcalá de Henares, España
Páginas219-245
| 219
A vueltas con la praxis: algunas reflexiones
sobre las condiciones históricas
de la hegemonía y el populismo
Germán Cano*
“Una pizca de ridiculez va unida a estos idealistas de cuarto
cerrado, como lo va siempre a los reformadores del mundo
puramente académicos; almas áridas todos ellos, bien inten-
cionados, honrados, un poco pedantes, vanos, que ostentan
sus nombres latinos como en una espiritual mascarada; [...]
Estos pequeños camaradas de Erasmo son conmovedores en su
ingenuidad profesoral, algo semejantes a las buenas gentes que
también hoy vemos reunidas en asociaciones filantrópicas y
de mejoramiento social, idealistas teóricos que creen en el pro-
greso como en una religión, soñadores despiertos que en sus
mesas de escribir construyen un mundo moral y redactan tesis
sobre la paz perpetua, mientras en el mundo real una guerra
sucede a otra y precisamente los mismos papas, emperadores y
príncipes que rinden, encantados, un tributo de aplausos a sus
ideas de mutua tolerancia, pactan, al propio tiempo, unos con
otros y en contra de los otros, y prenden fuego al mundo en-
tero. Si se encuentra un nuevo manuscrito de Cicerón, cree ya
el clan humanista que todo el universo tiene que resonar con
sus clamores de júbilo; cualquier libelillo provoca su cólera y
su pasión. Pero lo que agita al hombre de la calle, lo que rige
fundamentalmente en lo profundo de las muchedumbres, eso
no lo saben ni quieren saberlo, y, como permanecen encerra-
dos en sus estancias, su bien intencionada palabra pierde toda
resonancia en la realidad. Por este apartamiento fatal, por esta
carencia de pasión y de popularidad, el humanismo no logró
nunca hacer fructificar en la realidad sus ideas más fructíferas.
El magnífico optimismo contenido en el fondo de su doctrina
no era capaz de desarrollarse creadoramente y de desplegarse,
* Profesor titular de Filosofía Contemporánea. Universidad Alcalá de Henares,
España.
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porque, entre estos pedagogos teóricos de las ideas humanistas
no se encontraba uno solo a quien le hubiera sido otorgado el
poder natural de la palabra fuerte para lanzar a gritos sus lla-
madas hasta lo profundo del pueblo. Un pensamiento grande y
santo quedó seco para varios siglos por obra de una generación
sin ánimos”
STEFAN ZWEIG, ERASMO DE ROTTERDAM
La casa y el tejado
Seguramente todos recordamos la cita del multimillonario Warren
Buffett: “Claro que hay lucha de clases. Pero es mi clase, la de los
ricos, la que ha empezado esta lucha. Y vamos ganando”. Argu-
mentando que la desigualdad económica durante las últimas déca-
das estaba creciendo exponencialmente mientras menguaban los
impuestos para los ricos, la falta de pudor del multimillonario ame-
ricano planteó para muchos el escenario obligado en el que debía
situarse toda fuerza de oposición y cambio. Buffet mostraba, por así
decirlo, el camino regio de la izquierda: esta debía por fin tomarse
en serio su lugar en la lucha en la que el adversario ya había asu-
mido su posición explícita. ¿Por qué la izquierda debería respon-
der negando o desplazando la centralidad de la política de clases e
invertir esfuerzo en la lucha ideológica, el paciente trabajo cultural,
cuando el enemigo mostraba tanto cinismo a la hora de presentar
un diagnóstico tan palmario? Dureza, pues, contra dureza. Frente al
cinismo desvelado, una lucha sin complejos.
Abordando esta cuestión, la prestigiosa historiadora británica
marxista Ellen Meiksins Wood, curtida en la fructífera escuela
thompsoniana, formuló, al calor de la lucha de los sindicatos
mineros en los 80 en Inglaterra, una pregunta clave: ¿por qué los
movimientos críticos deberían obsesionarse más con los “fetiches
ideológicos” del thatcherismo que con su práctica real en la guerra
de clases del capital contra la fuerza del trabajo? ¿Por qué se debería
responder problematizando la centralidad privilegiada de la polí-
tica de clases en lugar de confrontar con el thatcherismo por lo que
este es, teorizando desde estas premisas y respondiendo política-
mente mediante el posicionamiento en el bando contrario del de los
adversarios? (Wood, 1998: 59).
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