Las amnistías e indultos, un hábito social en Colombia - Tercera parte - Justicia transicional. Teoría y praxis - Libros y Revistas - VLEX 52394889

Las amnistías e indultos, un hábito social en Colombia

AutorAna María Gutiérrez Urresty
Cargo del AutorProfesional en Relaciones Internacionales, profesora de la Universidad del Rosario
Páginas388-407

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Introducción

La aplicación de amnistías e indultos en Colombia sin duda ha tenido un fuerte impacto en la memoria social del país.1Sin embargo, esta relación no ha sido analizada exhaustivamente. Este ensayo es un intento por comprender el rol de la memoria social, y más específicamente, el papel de los hábitos sociales en el debate sobre amnistías e indultos.

En teoría, la amnistía y el indulto son medidas de carácter excepcional que procuran la reconciliación y la reconstrucción social de un colectivo, obedeciendo a imperiosos requerimientos de orden social y político.2 En aras de la Paz y el restablecimiento de la concordia entre los ciudadanos, el Estado renuncia a su potestad penal, en favor del interés público. En este sentido, la amnistía es un instrumento que instaura el olvido de delitos de una misma categoría o que hayan sido cometidos en cierta época, sin consideración de casos particulares; es decir, "es una gracia de carácter general que enerva o extingue la acción penal, borra radicalmente el hecho punible, la condena y todos los efectos penales que de ella pueden derivarse".3 El indulto, por su parte, es una gracia dada a una categoría de hechos cometidos por una determinada persona,4 que reconoce el delito pero se le condona parcial o totalmente, "atenuando la dureza de la ley sobre la base de una condena".5 Page 389

El carácter excepcional del indulto y de la amnistía obedece a que su aplicación debe hacerse, únicamente, con el fin de garantizar la subsistencia de una comunidad. El consenso con respecto a la necesidad de finalizar con la violencia, que pone en riesgo las instituciones públicas, así como la supervivencia de un grupo específico, en situaciones en que el Estado es incapaz de conseguir la pacificación, puede demandar una excepción con respecto a la aplicación de la ley. Medidas de este tipo se basan en un acuerdo político, como medio para terminar con los antagonismos, restableciendo un vínculo cohesivo en una sociedad dividida. La integración de opositores y disidentes a la vida pública, así como en el reconocimiento de un pasado violento, es la base de ésta nueva reconciliación. La excepcionalidad de amnistías e indultos se debe también a que son mecanismos transitorios por los cuales una sociedad comienza y finaliza un proceso de reconocimiento y resolución de un conflicto, que permite el tránsito de un estado violento a una forma pacífica de convivencia.

En Colombia la reiterada celebración de acuerdos entre el Estado, grupos armados y diferentes sectores de la sociedad, ha hecho que el uso indiscriminado de amnistías e indultos deje de ser excepcional y transitorio, y sea manifestación de un hábito social que acepta y reproduce este comportamiento. Se entiende por hábito social la capacidad de reproducir un cierto comportamiento que se acepta y se aprende, en la convivencia diaria con un grupo social.6 El hábito social se aprende a través de prácticas reiterativas que instauran en los individuos la propensión de actuar de una determinada forma. El uso frecuente de amnistías e indultos y la fuerte presencia de esta práctica en la vida de los colombianos, se ha constituido en parte de la memoria, configurándose en algo normal y no excepcional, generando así una serie de expectativas con respecto a su uso. Con ello, la negociación permanente de las normas y el pactismo basado en el olvido de delitos, han producido una expectativa evasiva de la ley, así como el menoscabo de reglas básicas de convivencia.7

Este artículo aborda el estudio de la memoria social, así como la implantación de hábitos sociales alrededor del olvido, en Colombia. El uso excesivo de la amnistía y del indulto ha conducido a la pérdida de sentido del pasado, Page 390 presente y futuro de nuestra sociedad, así como la generación de una identidad colectiva basada en el olvido, que impide el reconocimiento de la responsabilidad social con respecto al conflicto. Este artículo, en primer término, establece algunas consideraciones sobre la teoría de Connerton, acerca de la memoria social. En segundo lugar, se estudian las características de la memoria habitual, a la luz de la celebración de amnistías e indultos en Colombia. En tercer lugar, se trata de comprender cómo el olvido permanente del pasado ha afectado la memoria social en Colombia, por medio de su utilización como instrumento de legitimación del poder político.

I Acerca de la memoria social: la identidad, el tiempo y la justicia

La memoria siempre ha sido asociada con una capacidad individual en la que el presente depende, en gran medida, de las imágenes y el conocimiento que se recuerdan del pasado, influyendo o distorsionando la experiencia.8La memoria no se encarga de darnos un juicio acorde con el pasado sino que ella misma interpreta y ajusta los datos en el presente. Esto se debe, en parte, a que las percepciones obtenidas no son la única fuente de la memoria, sino que están asociadas con otras facultades como la selección de la información, la razón, la novedad, la coherencia y el interés emocional que tenga un individuo sobre sus recuerdos.9 La veracidad de la información se establece a través de criterios de selección determinados por la concordancia en el tiempo de los hechos y la disponibilidad de los datos. En este sentido, Casey afirma que la memoria cumple con recolectar, preservar y ordenar las experiencias en una concepción temporal, por la cual los sucesos tienen significado. La memoria articula la vida de los individuos, ya que dota a los acontecimientos de continuidad y persistencia.10El orden temporal que se basa en la permanencia y la retención de los recuerdos permite a la memoria disponer de los datos, facilitando la reactivación de las experiencias pasadas e interpretándolas constantemente en el presente. Es Page 391 decir, la memoria corrige permanentemente las imágenes y el recuerdo sobre el conocimiento del pasado, cambiando el contenido de las impresiones originales, de acuerdo con las nuevas circunstancias que casi siempre exigen una nueva interpretación.

El ajuste que hace la memoria con respecto a los datos, no sólo se desarrolla con base en las experiencias pasadas, sino también con relación a las expectativas del futuro que poseen las personas. La memoria, es una capacidad asociada a la comprensión del presente y previsión del futuro,11 que permite, en aras de la interpretación de recuerdos pasados, proyectar un futuro deseable. En este sentido, la memoria permite la acción, librando a los individuos de la causalidad y dependencia del pasado, a través de la comprensión, el aprendizaje y las expectativas con relación al porvenir. De esta manera la memoria permite elaborar el pasado, al cual se le impone una distancia en el reconocimiento de la vida presente y la planeación de los proyectos futuros.12 Así, la memoria no sólo se encarga de readecuar los datos, sino que se funda en las expectativas de futuro para reinterpretar las experiencias y guiar la acción. "El pasado se vuelva memoria cuando se puede actuar sobre él en perspectiva de futuro".13

Sin embargo, la memoria también puede ligarnos al pasado cuando éste clama ser reconocido. Los acontecimientos traumáticos generan, por su intensidad, una falta de reconocimiento que inhibe la acción y la proyección de futuro, en la fijación de un recuerdo que no logra ser superado. Este tipo de memoria se convierte en un incesante regresar, ya que los acontecimientos pasados carecen de sentido, condicionando el presente y el futuro al recuerdo de un hecho que clama ser superado. El hecho, por su intensidad, se queda sin representación. No se puede hablar sobre lo que pasó, bien porque el hecho no puede ser integrado al campo de experiencia del individuo, o bien, por la fuerza que el acontecimiento produce en él. La memoria traumática produce un colapso en la comprensión, donde se instala un vacío en la capacidad para explicar lo ocurrido, generando una fijación en el pasado y un temor hacia la elaboración del futuro.14 Page 392

La memoria también es una capacidad grupal, en la cual se interpreta el pasado y porvenir de una comunidad. Los grupos humanos gozan de una memoria social basada en comportamientos específicos que integran a los individuos a un pasado común y a una visión de futuro conjunta. La memoria permite a los individuos ordenar y dar sentido al pasado, a través de una conciencia común en la cual el individuo se identifica con un grupo. Las memorias individuales adquieren sentido cuando son compartidas con un grupo social, en la rectificación de los datos y la connotación de realidad que toman los hechos cuando son compartidos por un grupo. De acuerdo con esto, la memoria grupal no sólo es un referente del pasado de un colectivo sino que distorsiona, interpreta y condiciona las experiencias de sus integrantes. La memoria social interpreta y ajusta las memorias individuales a una concordancia temporal grupal que está fuertemente enraizada con el establecimiento del poder político de una sociedad.

Connerton argumenta que la memoria, entendida como prácticas sociales en general, "es una serie de imágenes que recolectan el conocimiento del pasado y que convergen sustancialmente en rituales, ceremonias conmemorativas y comportamientos específicos".15 Así mismo añade que la memoria social es un elemento inconciente del poder político en cuanto a su legitimación, que es persistente y que tiene un efecto de alienación en los individuos de una comunidad social.16 Las prácticas sociales se instauran como una forma normal de comportamiento, se vuelven parte de la cotidianidad. El establecimiento de la memoria social obedece a la incorporación de una capacidad grupal para...

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