Bocetos de una ciudadanía en humanidad - Núm. 8, Noviembre 2006 - Ambiente Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 216644429

Bocetos de una ciudadanía en humanidad

AutorBibiana Magally Mejia Escobar
Páginas1-21

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Introducción

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Nuestros quehaceres1 se encuentran ante una bifurcación que se reedita con cada amanecer: o se sitúan en el conservadurismo o se fugan en múltiples líneas de resistencia, de subversión, de amor, locura y deseo.

El trabajador intelectual-estéta, que se ubique en este espacio, deberá abandonar toda pretensión hegemónica. Desde esta perspectiva, la percepción molar del mundo es posible que mude en molecular para presentarnos nuevos territorios existenciales en los que se posibiliten aproximaciones al mundo diversas y divergentes, aunque difusas, como las estéticas y rigurosas y precisas como la ética.

Ya no volveremos a esos falsos fragmentos que, como los pedazos de la estatua antigua, esperan ser completados y vueltos a pegar para componer una unidad que, además, es la unidad de origen. Ya no creeremos ni en una totalidad original, ni en una totalidad de destino. Ya no creeremos en una grisalla de una insulsa dialéctica evolutiva, que pretende pacificar los pedazos limando sus bordes. No creeremos en totalidades más que al lado. Y si encontramos una totalidad tal al lado de partes, esta totalidad es un todo de aquellas partes, pero que no las totaliza, es una unidad de todas aquellas partes, pero que no las unifica, y que se añade a ellas como una nueva parte compuesta aparte.

El efecto liberador de estos párrafos introductorios no es de atropellada aprehensión, en ellos se encuentra un giro en el modo de concebir nuestra experiencia subjetiva y en nuestro modo de conocer y vivenciar el mundo. Un modo distinto de plantearnos nuestra relación con el mundo y que, necesariamente, nos lleva a formular nuevamente todas las preguntas.

Existencia (ex-sistentia), significa ser sacado y ser-expuesto, ser sacado de lo no existente y luego ser expuesto a la vida y a la muerte, a lo momentáneo y a lo eterno, aPage 3 lo impredecible y al misterio. Por ello el sentido de la existencia solo se puede formar cuando el ser se expone a los espacios vitales abiertos.2

El ser cultural implica vivir en una red de conversaciones. Red que se entreteje como seres humanos, antes que como seres culturales, no biológicos, aunque seamos biológicamente homo sapiens-sapiens. Así lo expresa Maturana3. En su opinión lo humano surge, cuando aparece el lenguaje en la historia evolutiva. El vivir en el lenguaje -cuando este irrumpe- se hace parte del fenotipo ontogénico que define el linaje humano como linaje cultural y en torno a cuya conservación se dan todas las variaciones estructurales que llevan al ser biológico homo sapiens-sapiens.

El lenguaje permanece como rasgo fenotípico, estableciéndose en cada individuo en el ámbito de su vivir cultural. Las culturas, como redes de conversaciones, modos de vivir en el entrelazamiento del lenguaje. Ser humano, como transformación del ser cultural, significa el surgimiento de lo humano en la culturización del homo sapiens-sapiens. Somos concebidos homo sapiens-sapiens no humanos, y nos hacemos humanos en el vivir.

En ese participar e interactuar en las formas del lenguaje que tiene lugar en el conversar sucesivo, en el que la existencia comunitaria real sigue su curso simultáneo como el frente cambiante de una red de entrecruzamientos de acciones presentes y futuras con diferentes flujos emocionales y consensuales.

Así los diferentes sistemas de coexistencia, o clases de comunidad humana, difieren en las redes de conversaciones, es decir, en esa red de coordinaciones consensuales dePage 4 acciones y emociones, que las constituyen y por lo tanto en los dominios de realidad en los que tiene lugar.

Dado que el presente como seres humanos es siempre un nodo en una red de conversaciones, este fluye sobre el consenso pero frecuentemente, surge el no consenso, es decir, situaciones en las que se presenta la contradicción, surgida como intersección en corporeidad; como realización de conversaciones que tienen lugar en dominios de acciones contradictorias.

Búsqueda de la conformación de universos de plexos interrelacionados en relatividades existenciales en que se desvanecen las constantes absolutas, naturaleza en que se debe desandar lo ya aprendido para comprenderlo, desatender sus sofismas enquistados en la visión que deforman la realidad.

La percepción enseña una naturaleza de la materia, un mundo en que lo perceptible, en palabras de Aristóteles “... está dado a los ojos en la incapacidad de la dimensión limitante de la intención del alma”. Un mundo que, en palabras de Einstein, se edifica en la inercia de la subjetividad: “El hecho de que Usted pueda observar una cosa o no, depende de la teoría que Usted use. Es la teoría la que decide lo que puede ser observado.” La mente construye su objeto informando la materia amorfa por medio de formas subjetivas o categorías y como si le inyectara sus propias leyes. El entendimiento es, entonces, de por sí, un constitutivo o constructor de su modo.

En efecto, toda persona, se inserta en una historia que no es personal, que no es suya, se inserta en una corriente, en una tradición de pensamiento, en un idioma. Por esto, le resulta casi imposible pensar sin esa tradición y sin ese lenguaje.

A través de las diferentes épocas, y a diferencia del animal, el hombre social no pertenece de manera inmediata a la realidad, sino que vive inmerso en un universoPage 5 simbólico: nada puede experimentar o discernir que no sea por intermedio de formas lingüísticas, símbolos científicos, obras de arte, símbolos míticos, ritos religiosos, etcétera. Por todo ello, la dinámica de nuestra actividad intelectual tiende a seleccionar, en cada observación, no cualquier realidad potencialmente útil, sino solo aquella que posee un significado personal.

Este significado “personal” es fruto de la formación previa, de las expectativas teóricas adquiridas y de los valores, las actitudes, las creencias, las necesidades, los intereses, los miedos y los ideales que se hayan asimilado.

De este modo, se confirma, que se tiende a ver lo que se espera ver, lo que se está acostumbrado a ver o lo que se ha sugerido que se vea. Y, así, realmente no se conoce hasta dónde lo que se percibe es producto del individuo mismo y de las expectativas culturales y sugestiones aceptadas.

La mente humana siempre actúa dentro de un marco teórico interpretativo, dentro de un “lenguaje lógico”: no hay algún elemento de juicio, prueba o testimonio empírico que sea independiente de un marco interpretativo.

Lo que pueda tomarse por observable dependerá de la formación, las expectativas teóricas y la comprensión del observador, así como de la teoría del instrumento del caso, lo cual llevará a interpretar ciertos ruidos, lineales, ondulados, trazos o sombras como algo significativo.

Todo conocimiento tiene un sujeto, se da en un sujeto y, por lo tanto, todo conocimiento es también “subjetivo”, aun cuando tenga componentes que vienen del objeto exterior. Estos componentes exteriores tienen mayor fuerza en el conocimiento de cosas materiales, pero si la realidad por conocer es más bien inmaterial el componente interior prevalece en gran medida.

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En todo caso, el conocimiento será siempre el resultado o fruto de una interacción entre ambos componentes: imagen nemónica de la realidad física exterior y personal interior.

En ese sentido en toda observación preexisten unos factores estructurantes del pensamiento, una realidad mental constituyente, un trasfondo u horizonte previo, e n los cuales se inserta, que le dan un sentido. Son las personas las que ven, no sus experiencias. Lo percibido y su significado tienden a depender de nuestro mundo interior.

Nada de lo que llamamos psique humana está construido por fuera de lo ordinario4. La manera de vivir biológica natural es constitutivamente estética; este acto se da en un espacio relacional. Sin embargo los individuos, como entidades sociales, se han vuelto culturalmente ciegos a esta condición. En esa ceguera se ha hecho de la belleza una utilidad, creando fealdad en todas las dimensiones de la vida, y, a través de esa fealdad, más ceguera en la pérdida de la capacidad de ver, oír, oler, de tocar y de entender la interconectividad de la...

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