Editorial - Núm. 160, Julio 2015 - Estudios de Derecho - Libros y Revistas - VLEX 645256197

Editorial

AutorNora Alba Cossio Acevedo
CargoAbogada, profesora de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia
Páginas15-17
Editorial
Sin duda alguna el conocimiento es un bien que posee un valor estratégico, al
potenciar competencias en los individuos y propiciar aprendizajes sociales en
comunidades e instituciones de naturaleza pública o privada; y para cualquier país,
constituye un componente esencial para el desarrollo sostenible y sustentable.
En el artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, “se reconoce el derecho de toda persona a participar en la vida cultural;
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de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón
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mismo pacto, se consagra el compromiso de cada estado de respetar la libertad para
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necesarias para conservar, desarrollar y difundir la ciencia y la cultura. En este
mismo sentido el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
consagró que “Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho
comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda
índole, sin considerar fronteras, ya sea oralmente o por escrito en forma impresa o
artística o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
Actualmente, en el ámbito universitario se vienen promoviendo varias estrategias
de generación y gestión del conocimiento: las formas de aprendizaje autónomo, el
agenciamiento de los saberes prácticos y los provenientes de culturas no académicas,
procesos de innovación y apropiación social, y la valoración del conocimiento
tradicional. Con igual propósito se ha pronunciado la UNESCO (2005), organización
que tiene como premisa central que el conocimiento se comparte entre creadores y
usuarios, y se comunica porque debe aportar al desarrollo y progreso humano, “ya
que éste es un bien público que ha de estar a disposición de todos”, en la medida
en que debe contribuir a la resolución de los desequilibrios existentes entre las
distintas culturas, y debe basarse en el aprovechamiento compartido de los saberes
que cada sociedad ha construido.
Podríamos entonces decir, que los principios que orientan la divulgación del
conocimiento son: la participación en el conocimiento; la producción de conocimiento
con contenido socialmente útil; los aprendizajes que mejoren la vida; la difusión

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