Educación y pobreza: la hipótesis del capital individual y el capital social - Núm. 10-2009, Enero 2009 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 71785066

Educación y pobreza: la hipótesis del capital individual y el capital social

AutorAlejandro H. del Valle
CargoDirector del Centro de Investigaciones Microeconómicas, docente e investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. ajax@speedy.com.ar
Páginas208-237

Este artículo presenta resultados de la investigación adelantada al interior del proyecto Del Estado Benefactor al Pluralismo de Bienestar, adscrito al Grupo de Investigación Problemáticas Socio-culturales de la Facultad de Ciencias de la Salud y Servicio Social. Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.

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I La pobreza y los pobres

Con las transformaciones de la industrialización muchos científicos centraron su análisis en esa nueva realidad social que tenía dos dimensiones asociadas: la primera, la miseria de los trabajadores y los problemas que se derivaban de aquellas situaciones extremas de empobrecimiento; la segunda, los procesos de acumulación y su lógica. Esto produjo que los estudios sobre la pobreza adquieran una dimensión asociada: el estudio de la riqueza, que incluso perdura hasta nuestros días en términos como desarrollo, modernización, crecimiento, etc.

El objetivo del presente trabajo es realizar un análisis general sobre cómo, a partir de la década de 1990, el concepto de pobreza estuvo sujeto a diversas modificaciones teóricas y empíricas. No obstante, para comprender algunos de los argumentos que se desarrollarán es importante detenerse en algunas visiones, más o menos generales, sobre la pobreza, con el objetivo de definir qué es y cómo afrontar el empobrecimiento masivo de las personas. En segundo lugar, se analizan los conceptos de desigualdad, pobreza y exclusión social, para finalizar con una reflexión sobre los supuestos que subyacen a aquello que podemos denominar la 'hipótesis del capital humano' y la 'hipótesis de la movilidad social'.

II Enfoques, desenfoques y pobreza

Un dato que sobresale al analizar diversos estudios sobre la pobreza indica que la mayor parte de éstos buscan comprender el fenómeno por medio de su medición utilizando datos cuantitativos. Las unidades empleadas son generalmente datos agregados (estados o niveles, como los hogares) y variables muy discutidas, como el PIB-PNB, o simplemente las rentas familiares.

Usualmente se afirma que una persona es pobre cuando sus ingresos no cubren las denominadas "necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud y educación", y se sostiene que es indigente cuando no alcanza a satisfacer las necesidades alimenticias. En este sentido, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la Rep. Argentina INDEC (1990) y el Grupo de Investigación sobre Calidad de Vida GICV (1994), por ejemplo, utilizan para la medición de la primera un método indirecto, es decir, calculan en primera instancia el precio de la canasta básica alimenticia; este valor, Page 209 expresado en términos monetarios, se fija como límite de la línea de indigencia. Posteriormente multiplican ese valor por el conjunto de gastos necesarios para satisfacer al resto de las necesidades básicas y el índice resultante fija la línea de pobreza. Para obtener la línea de pobreza de una familia, por ejemplo, se ponderan los miembros de la misma en términos de un adulto equivalente, de tal modo que el resultado se asemejaría a la probabilidad que posee cualquier individuo o familia -dependiendo de la unidad de análisis- de ser pobre.

Este tipo de análisis, generalmente, identifica la primera línea con lo que se denomina 'pobreza estructural', mientras que la segunda supone un 'carácter coyuntural', es decir, supone que son mayores las posibilidades de salir de dicha situación.

Sin embargo, la limitación estadística -que sólo considera indicadores monetarios- permite inferir que tanto los pobres estructurales como los "pobres coyunturales" se caracterizan por estar limitados para ejercer en plenitud la reproducción familiar y sus derechos sociales. Primero, porque no pueden asegurar una alimentación y nutrición adecuadas -consumo insuficiente-, y, segundo, porque si sus ingresos alcanzan para la alimentación pero son inferiores a la línea de pobreza, también encuentran severas restricciones para atender otras necesidades básicas, como el acceso a la salud, la vivienda y la educación.

En este sentido, existen factores que pueden facilitar o no el acceso al ingreso y al consumo de bienes y servicios de los diferentes grupos y estratos sociales. En otras palabras, existen componentes de la pobreza. Desde un punto de vista analítico son tres: adscriptivos; distributivos y de consumo. Los primeros se relacionan con la distribución de bienes económicos y sociales de acuerdo con rasgos socialmente atribuidos a las personas, sin tener en cuenta sus talentos o habilidades, por ejemplo, género, distancia generacional, origen étnico, etc. Los segundos derivan del sistema de distribución de los factores implícitos en el modelo de desarrollo y que abarcan la distribución del ingreso y del patrimonio, incluyendo en éste no sólo sus aspectos físicos sino el patrimonio de conocimiento y habilidades y el acceso a la información. Por último, el componente de consumo se vincula con el umbral de satisfacción de las necesidades básicas, y se traduce en las dificultades biológicas para la manutención y subsistencia.

Aunque esta distinción no es novedosa, permite subrayar el carácter multidimensional del fenómeno y sustentar un enfoque analítico sobre las Page 210 condiciones de vida y acceso al mercado laboral de los sectores en situación de pobreza, dentro de una visión más dinámica del concepto.

A partir de la crisis del estado benefactor y las reformas de la década de 1990, se puede afirmar que, en América Latina, el concepto de pobreza ha experimentado una considerable expansión en su contenido. Esto ha implicado una ampliación de la dimensión económica a la que progresivamente se fueron agregando nuevas dimensiones. Estas son, entre otras: los valores que los hogares pueden capitalizar (de modo que pobreza implicaría carencias de tales "valores", o lo que se ha dado en llamar capital educativo del hogar, seguridad (es decir, la incertidumbre constante sobre los futuros recursos que se deriva de la propia condición de pobreza), consumo social, empoderamiento (o dificultades para la participación autónoma de las personas en su entorno social y político) y, finalmente, tiempo libre (así, la ausencia de ocio puede ser considerada un factor de agravamiento o persistencia de la condición de pobreza).

De un modo esquemático, la pobreza resultaría de:

Poder de consumo + Valores + Seguridad + Consumo Social + Empoderamiento +Tiempo Libre

A esta idea multidimensional del concepto de pobreza podemos agregar algunas cuestiones:

  1. los factores y variables de cada una de estas dimensiones interactúan permanentemente en las expresiones concretas que adopta la pobreza respecto de los grupos o estratos sociales que se ven afectados por ella. Esto significa que cualquier análisis orientado a comprender su dinámica tiene que sustentarse en una base empírica para tener claridad respecto de las características reales del fenómeno.

  2. las trayectorias individuales, ya que estas dimensiones se ven condicionadas por la transmisión intergeneracional de la pobreza tanto por hogar como por el entorno donde se producen los fenómenos de socialización1.

    c. la forma como interactúan las dimensiones de la pobreza dependen también del efecto (o impacto) que logran alcanzar las políticas públicas en la esfera social, políticas adoptadas y puestas en operación por los agentes gubernamentales. Page 211

    Cuadro 1: sectores afectados por situaciones de pobreza

    Pobres potenciales Grupos en condiciones de pobreza actuales Pobres potenciales
    - "pobreza nueva o cíclica" - (ex) clase social de trabajadores formales - clase media - pequeños propietarios rurales - hogares monoparentales con altas tasas de dependencia (especialmente con jefes de hogar mujeres o niños) - viudos mayores - mujeres (y niños) en hogares que bordean la línea de pobreza - enfermos y discapacitados crónicos - autoempleados urbanos - asalariados informales (y sus dependientes)
    - categorías culturalmente marginalizadas (grupos étnicos, comunidades indígenas) - refugiados - personas internamente desplazadas - extranjeros indocumentados - comunidades rurales aisladas - pastores y agropastores con poco ganado - agricultores en tierras marginales con escaso capital - trabajadores rurales sin tierra (y sus dependientes)

    En el Cuadro 1 se muestra una aproximación desde un punto de vista estructural. Las personas se vinculan con la pobreza desde una situación concreta o potencial, es decir, desde contextos sociales donde son sujetos vulnerables a la misma. En este sentido, algunos grupos insertos en el mercado de trabajo pueden pertenecer a la categoría de pobres, debido a que el trabajo no garantiza la salida ni evita la caída en la pobreza. Si utilizamos el concepto de ocupación encontramos que los grupos que se encuentran ocupados no evitan ingresar en la categoría de pobres. De hecho, aquellos grupos provenientes de la estructura laboral (autoempleados, asalariados informales y campesinos sin tierra) que están generalmente asociados a la dinámica de la informalidad y la precariedad económica, forman parte de la pobreza tradicional. Asimismo, si consideramos las variables expuestas anteriormente podríamos identificar 'nuevos tipos de pobreza' que se expresan en dos sentidos diferentes:

  3. "nueva" pobreza, correspondiente a las categorías sociales afectadas por condiciones de desplazamiento hacia abajo en los procesos de movilidad social (que responden al modelo de movilidad social descendente, en la terminología sociológica convencional -columna 1);

  4. los grupos culturalmente marginados, en los que están teniendo un peso cada vez mayor las condiciones de etnicidad minoritaria, o como en el caso de las mujeres, de género -columna 2. Page 212

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