Un letrado exitoso en los andes coloniales. La carrera de Polo Ondegardo como político, negociante y etnógrafo (siglo XVI) - Núm. 9, Noviembre 2007 - Ambiente Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 216643881

Un letrado exitoso en los andes coloniales. La carrera de Polo Ondegardo como político, negociante y etnógrafo (siglo XVI)

AutorTeodoro Hampe Martínez
Páginas122-150

Page 125

Formación en Castilla y viaje a las Indias

No hay elementos documentales11bis2 que permitan fijar con certeza la fecha del nacimiento de Polo Ondegardo en Valladolid, ni tampoco los años de su estudio en la Universidad de Salamanca. Por una declaración testimonial hecha en marzo de 1550, en la cual el personaje expresó tener entonces más de 30 años de edad, puede inferirse que debió venir al mundo alrededor de 1520 (o quizá un poco antes).3 En cuanto a su carrera académica, sólo contamos con la evidencia de que a partir de 1538 Polo es mencionado en los documentos con el título de bachiller; su nombre no figura, sin embargo, en los registros de matrícula ni en los libros de grados de Salamanca de aquella época, que lamentablemente se hallan incompletos.4

Parece cierto, con todo, que el joven Ondegardo fue el primer miembro del linaje vallisoletano de los López de León en ser enviado a realizar estudios universitarios, tal vez porque se pretendía demostrar así la holgada situación que había logrado la familia, y también quizá por la opinión de que el título académico le ayudaría a escalar posicionesPage 126 más elevadas en la jerarquía burocrática. La formación del muchacho constituía materia de tanta preocupación entre sus relacionados que por el testamento de su abuelo Lope Díaz de Zárate, en febrero de 1538, se le asignó una subvención de 90 ducados para que pudiera completar sus estudios de jurisprudencia, hasta recibir el título de licenciado en Salamanca. Esta subvención debería repartirse en el lapso de tres años, «porque tenga con que estudiar y por defecto de no lo tener haya de dejar el estudio y perder lo que ha estudiado», según advertía el abuelo.5 Tales referencias nos permiten situar la presencia de Polo Ondegardo en Salamanca justamente durante la etapa de mayor apogeo de la gran universidad castellana, cuando funcionaba como centro de irradiación de la filosofía escolástica y del ius commune de impronta boloñesa.6

Allí debió tener nuestro personaje su primer contacto con la empresa colonizadora de América, asistiendo probablemente a los debates que siguieron a las famosas relecciones de Francisco de Vitoria sobre los justos títulos de Castilla y la legitimidad de la guerra contra los indios (1539). La actuación posterior de Polo —trasladado al propio escenario del Nuevo Mundo— lo mostrará plenamente identificado con la concepción «intermedia» de la escuela de Salamanca, que se distanciaba de las posiciones extremas indiófila o hispanizante. Siguiendo las orientaciones del maestro Vitoria, el jurista-encomendero defenderá el reconocimiento de los indígenas como seres humanos, la conservación de su cultura y costumbres tradicionales, y al mismo tiempo el fomento de la evangelización.7 De aquí proviene en Polo, fiel vasallo de la Corona, una actitud proteccionista a favor de los naturales que ampara no sólo principios humanitarios, sino también el interés económico y político del rey.

Apenas recibido de licenciado, se dio oportunidad para que el joven hombre de leyes pudiera comenzar a ejercer su profesión en el viaje a tierras del Nuevo Mundo que le tocó hacer a su tío carnal Agustín de Zárate. Mediante una provisión regia despachada en agosto de 1543, el escribano de cámara (o secretario) del Consejo Real fue comisio-Page 127nado para tomar cuentas a los oficiales de hacienda de las provincias del Perú y Tierra Firme, con el objeto de examinar el manejo de los dineros fiscales en ambas colonias desde el principio de la dominación española.8 Zárate era un funcionario de buena formación humanística y refinada curiosidad, profundamente leído en autores clásicos de Grecia y Roma, afamado entre sus contemporáneos como «hombre docto y científico».9

Las tentadoras perspectivas de la expedición al país de los incas, célebre por su abundancia de oro y plata, abrían una extraordinaria ocasión para enriquecerse y ganar prestigio social. Esto determinó que el contador general hiciera la travesía atlántica en compañía de un nutrido séquito de parientes y allegados.

El San Medel y Celedón, a cargo del maestre Íñigo de Ibartola, formaba parte de la impresionante flota de 52 naves que salió en noviembre de 1543 de Sanlúcar de Barrameda, capitaneada por el virrey Blasco Núñez Vela. Conforme a lo dispuesto en la instrucción de su oficio, apenas desembarcado en suelo americano (en el puerto de Nombre de Dios) el contador general Zárate se dedicó a investigar la administración de los oficiales de hacienda de la provincia de Tierra Firme, tarea para la cual contó con la ayuda de Polo y los demás miembros de su séquito. Luego de varias semanas de detención en el istmo panameño, Zárate y su comitiva se embarcaron en el mar del Sur y llegaron a la ciudad de Lima el 26 de junio de 1544.10

Su llegada a la capital del Perú coincidió prácticamente con la instalación de la Audiencia, presidida por Nuñez Vela, cuando ya estaba brotando en el Cuzco el movimiento contrario a la autoridad virreinal acaudillado por la prestigiosa figura de Gonzalo Pizarro, que se oponía al cumplimiento de las nuevas ordenanzas para el gobierno de las Indias. Por considerar que no había sitio adecuado en la casa de fundición de Lima, el comisionado regio —junto con su sobrino Ondegardo y sus principales allegados— tomó alojamiento en unaPage 128 casa alquilada a Nicolás de Ribera el Viejo, prominente conquistador y vecino limeño.11

La intervención en el levantamiento pizarrista

El ambiente de discordia que existió desde un comienzo entre Núñez Vela y los magistrados de la Audiencia de Lima se agudizó en pocos meses a tal extremo, que los oidores resolvieron en septiembre de 1544 tomar preso al virrey y desterrarlo con rumbo a España. La captura del vicesoberano representaba evidentemente un serio desacato a la monarquía, pero el testimonio coincidente de diversas personas, militantes en uno y otro bando, señala que Polo Ondegardo no tuvo intervención directa en ese hecho. Es bastante conocido, al respecto, el episodio de las crónicas que reproduce el diálogo que habría tenido con el depuesto Núñez Vela, cuando éste le increpó «que si aquellas leyes con que juzgaban se aprendían en Salamanca», a lo cual el licenciado daría por contestación «que se lo dijera si se hallara en Valladolid o en Madrid, mas que allí [en el Perú] no habían leyes...»12

En medio de circunstancias tan revueltas no resultó fácil para la Audiencia de Lima mantener la conducción política del virreinato ni detener el avance de las fuerzas de Gonzalo Pizarro, quien venía por el camino de la sierra a la cabeza del ejército de los encomenderos. El 23 de octubre de 1544, cuando las amenazantes tropas pizarristas se hallaban a sólo media legua de Lima, los oidores se vieron obligados a firmar una provisión dando la gobernación del Perú al caudillo de los rebeldes.13 Ante este cambio político, la reacción de Polo Ondegardo fue de resistencia pasiva: se limitó a actuar como testigo en el otorgamiento de varias cartas de protestación que hicieron el contador general Agustín de Zárate y el oidor Pedro Ortiz de Zárate (un lejano pariente suyo), justificando su participación en el desacato a la monarquía por causa del «justo miedo y temor», oPage 129 sea, por la sanguinaria represión que se ejercía contra los fieles a la Corona.14

A pesar de todas esas dificultades, el contador Zárate decidió seguir adelante con su misión de la toma de cuentas fiscales. Para hacer más eficaz su labor dio el nombramiento de abogado de la Real Hacienda a su sobrino Polo, el 20 de diciembre de 1544, con un salario de 100 pesos anuales. Éste es el primer cargo público que desempeñó nuestro personaje durante su carrera de tres décadas como funcionario en el virreinato peruano.15 Hay constancia de que cobró su salario por cuando menos ocho meses de trabajo, período en el cual el equipo investigador de las cuentas debió enfrentarse con la permanente falta de colaboración de los oficiales de la caja real de Lima y con la ávida intromisión de Gonzalo Pizarro y sus secuaces, quienes pretendían utilizar el dinero de los «alcances» para financiar su empresa bélica.

Por fin en julio de 1545, viendo la imposibilidad de realizar óptimamente su tarea, Agustín de Zárate resolvió dejar interrumpida la toma de cuentas y emprender el camino de retorno a España.16 Viajaba, según parece, con la idea de hacer una gestión urgente en la corte y volver enseguida para completar su misión, pues en la ciudad de Lima dejó a sus sobrinos Polo Ondegardo y Diego de Zárate y a la mayor parte de los allegados que le habían acompañado en la navegación de ida. En reforzamiento de esta presunción cabe mencionar un par de cartas que Polo escribió desde el Cuzco a Gonzalo Pizarro, en las cuales aseguraba que el contador general había partido bajo la promesa de que tanto en Tierra...

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