Gabriel García Márquez y los abogados
Autor | Raúl Humberto Ochoa Carvajal |
Páginas | 370-371 |
EDITORIAL
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y LOS ABOGADOS.
Con el fallecimiento de Gabo, perdemos una de los mayores escritores de la len-
gua española en todos los tiempos. Sobre eso ya mucho se ha dicho, lo que querem os
es hacerle un reconocimiento desde esta Revista, por la cercanía que tuvo con el
Derecho.
En 1947 Gabriel García Márquez inicia sus estudios de Derecho en la Universidad
Nacional de Bogotá. Ese año tiene contacto con la obra de ese otro abogado que se
llamó Franz Kafka, autor de la novela El Proceso, tan cercana e impactante para
los abogados. Pero la obra que lo marcó fue La Metamorfosis que leyó estando en
primero de derecho. Después de leer La Metamorfosis y a Gargantúa y Pantagruel,
de Rabelais, según armó en una entrevista, supo que podía ser escritor, pues la
desmesura de estas dos obras apuntan a las licencias que él necesitaba como escri-
tor, quien iría a convertirse en modelo del realismo mágico: Gregorio Samsa, el
personaje de la narración de Kafka, La Metamorfosis, amanece un día convertido
en insecto. Los personajes Gargantúa y Pantagruel orinaban e inundaban el pueblo.
García Márquez necesitó vivir este tipo de literatura para convencerse de que su
espíritu de fabulador, o de gran embustero, como lo llamó su padre, era su veta
literaria. En 1948, a raíz de los sucesos del 9 de abril, deja la ciudad de Bogotá y
continúa sus estudios de derecho en la Universidad de Cartagena. Termina el se-
gundo curso con muy buenas notas, a excepción de Derecho Romano que perdió
con 2.0. Inicia el tercer año pero el periodismo ya lo había atrapado y las faltas de
asistencia se vuelven constantes por lo que pierde varias materias. Al año siguiente
intenta matricularse en cuarto y le informan que debe repetir tercero y hasta allí fue
capaz. Quién iba a imaginarse la ventura de esta decisión. Qué tal García Márquez
de magistrado, o como su modelo Kafka, de abogado en una compañía de seguros.
O como Goethe de abogado litigante. En todo caso, no hay premios nobel para los
abogados. Salimos ganando.
En otro escrito para esta Revista tuve oportunidad de señalar muchos de los es-
critores famosos que además fueron abogados. Ahora quiero aludir a algunos que
empezaron los estudios de derecho pero los abandonaron por la literatura, entre
ellos quiero mencionar a tres de nuestros escritores que incurrieron en este “pe-
cado”: Eduardo Caballero Calderón arma que abandonó sus estudios de derecho
cuando un profesor le preguntó en clase, qué ocurría cuando un río que transcurría
por entre dos propiedades se desbordaba y después volvía al cauce normal pero
dejando una isla entre las dos propiedades. Gonzalo Arango dijo que se retiró del
estudio de derecho por su manía de torcerlo todo. García Márquez en una entrevista
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