Las gelatinosas instituciones de la 'populismología' contemporánea - Populismo e instituciones - A contracorriente. Materiales para una teoría renovada del populismo - Libros y Revistas - VLEX 850284227

Las gelatinosas instituciones de la 'populismología' contemporánea

AutorFranklin Ramírez Gallegos/Soledad Stoessel
Cargo del AutorSociólogo, profesor-investigador, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ecuador/Doctora en Ciencias Sociales Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Páginas81-103
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Las gelatinosas instituciones de la
“populismología” contemporánea*
Franklin Ramírez Gallegos**
Soledad Stoessel***
“El populismo termina con el fin de la política, con el fin
del antagonismo, esto quiere decir que el populismo termina
cuando la política se convierte en decisiones administrativas
que se toman desde dispositivos administrativos: el Estado, un
ayuntamiento, un partido… La clave, por lo tanto, del popu-
lismo es el afuera… pero Podemos se dedica durante dos años
a presentarse a elecciones –las campañas electorales son cam-
pos de batallas ideológicos cojonudos– y eso termina siempre
convirtiéndote en una organización que participa en procesos
para tener cargos públicos en instituciones que toman decisio-
nes administrativas y que de alguna manera destrozan, des-
truyen, limitan el antagonismo de la política. Es nuestra gran
contradicción…”.1
Al calor de una suculenta disputa al interior del emergente partido
español, su número uno, Pablo Iglesias, dibujó en tales términos uno
de los litigios fundantes del pensamiento político contemporáneo:
las sinuosas relaciones entre las instituciones y el populismo. Para
un lector profano de la prensa dominante en la región de donde par-
tieron “las carabelas populistas”, no obstante, la invectiva de Igle-
sias podrá lucir, por decir lo menos, como desconcertante. ¿Cómo
es eso de que el populismo acaba cuando empieza el ejercicio de
* Este trabajo es una versión modificada del texto publicado en Revista Estudios
Políticos (Universidad de Antioquia), Número 52, pp. 106-127. http://doiorg/
10.17533/udea.espo.n52a06
** Sociólogo, profesor-investigador, Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO), Ecuador.
*** Doctora en Ciencias Sociales Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
1 Extracto del discurso de P. Iglesias pronunciado el 5-10-2016. Véase, https://
www.youtube.com/watch?v=J2W1JM5nP-s (accesado el 1 de marzo de 2018).
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construcción y gestión institucional? ¿No nos repiten acaso a dia-
rio los grandes medios que el populismo es una forma de ejerci-
cio de poder que avasalla las instituciones (y no que es destrozado
por ellas)? La confusión de nuestro hipotético lector de un diario
latinoamericano no puede ser más justa. Despejarla, quizás por ello
mismo, no parece una empresa sencilla. Un primer punto de apoyo
para acometer dicha tarea sería aludir al carácter polisémico de la
categoría populismo –derivado de sus diversos usos y campos fun-
cionales– para de inmediato pasar a afirmar que, desde sus especí-
ficos puntos de vista, tanto el populismo encarnado en el discurso
de Iglesias como aquel de la prensa liberal-conservadora en América
Latina pueden llevar parte de razón y que, aún más, comparten algo
sin saberlo: una mirada dicotómica, y de mutua exterioridad, entre
el mundo de las instituciones políticas y la nebulosa del populismo.
Sin saberlo. Hablamos líneas arriba de una suerte de litigio en torno
a los nexos entre populismo e instituciones. Es probable que el tér-
mino sea impreciso pues el gran campo de batalla no termina de
configurarse. Cada bando tiene sus particulares querellas y tiende a
dialogar más bien en el interior de sus propios circuitos. Simplifi-
cando, en la troupe liberal, el acuerdo sobre el poder corrosivo del
populismo con relación a las instituciones prácticamente no tiene
fisuras. Podrán discrepar sobre los grados de afectación o sobre
las específicas instituciones fracturadas, pero no sobre la imagen
global del populismo como fenómeno político que entroniza un
liderazgo indómito que termina por someter a la institucionalidad
democrática. En otra arena, la parcela de Laclau y sus intérpretes,
si bien rescata al populismo como un momento fundamental para
la incorporación de los de abajo en la comunidad política, no cree
en la productividad de las instituciones –¿muros de contención o
esclusas del antagonismo?– para la profundización democrática,
la construcción de sujetos populares y la afirmación de proyec-
tos políticos emancipadores. Ambos bandos, que no son los úni-
cos implicados en la cuestión, se escuchan desde lejos. Aún así, y
aunque con una carga normativa diversa, compartirían un similar
punto de vista sobre los términos en cuestión: a los regímenes, líde-
res y proyectos populistas poco les interesan las instituciones ya
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