Derecho natural. Fuente de legitimidad del poder del Estado en la perspectiva hobbesiana - Núm. 8-2008, Enero 2008 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 69502883

Derecho natural. Fuente de legitimidad del poder del Estado en la perspectiva hobbesiana

AutorAlejandra Ríos Ramírez
CargoFilósofa de la Universidad de Antioquia
Páginas213-226

    Filósofa de la Universidad de Antioquia, realiza estudios de maestría en filosofía política en la misma universidad. Profesora en la Universidad Eafit y en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Miembro de los Grupos de investigación Filosofías de la alteridad y Filosofía Política de la Universidad de Antioquia. matilda.cano@gmail.co

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Cada una de ellas [las voluntades individuales] quiere lo mismo, cada una de ellas se quiere sólo a sí misma.

Cassirer, 1994, p. 284

Introducción

Autor polémico, despreciado y reconocido, admirado y perseguido, Thomas Hobbes es uno de los clásicos más importantes de la filosofía política. Pensar actualmente los problemas del derecho, la moral y la política; del individuo y el Estado; de la libertad y la autoridad no puede hacerse eludiéndole, máxime cuando advertimos que la filosofía política moderna en clave individualista es en gran parte su deudora.

La encrucijada histórica, los acontecimientos políticos y el desarrollo científico de su época hacen de él un punto intermedio entre dos mundos. Ubicado en las postrimerías del renacimiento y el surgimiento de la modernidad, Hobbes bebe no sólo de su tradición religiosa y filosófica sino que, además, se apropia el método de la nueva ciencia1 para pensar el problema de la naturaleza, de los comportamientos humanos y de la conveniencia y utilidad del pacto para la asociación de los individuos al interior de un Estado. En ese sentido, su planteamiento filosófico-político con pretensiones de ciencia, es original y parece no perder actualidad.

Hobbes concibe que la filosofía como ciencia es la mejor forma para conocer y llegar a la verdad, e incondicionalmente necesita un método. El método compositivo-resolutivo se convierte en el punto de anclaje de su teoría que le da, no sólo las coordenadas de su direccionamiento y procedimiento, sino también el contenido conceptual a su obra. Todo conocimiento es de causas, en esta medida no se preguntará el qué de las cosas sino el por qué o el cómo de la generación de los fenómenos; de este modo, es necesario razonar dePage 215 tal forma que se proceda, en algunos casos, desde los objetos de la sensación hasta componer principios y, en otros, de los principios hasta la resolución de lo sensible. Así, uno y otro camino permitirán conocer los efectos por sus causas conocidas y, de la misma manera, las causas por sus efectos conocidos. Para investigar las causas, el método compositivo o sintético conjuga en una sola los fenómenos que por sí mismos aparecen aislados; el método resolutivo o analítico investiga las condiciones de los efectos aisladamente.

El conocimiento que se obtiene a través del método sintético-analítico es siempre, y por condición, hipotético. Hobbes no tiene como problema fundamental la objetividad del conocimiento; afirma que la verdad acerca de los fenómenos de la naturaleza y, por tanto, de los hombres, reside en la validez del discurso. El conocimiento y la verdad que de este conocimiento podamos derivar, corresponde, por un lado, al uso ordenado y correcto de los nombres y sus definiciones, y por otro, al uso hipotético pero constante que surge de la arbitrariedad primera del uso de las palabras. El establecimiento arbitrario de los nombres y sus definiciones marca el inicio del conocimiento mismo. Así, el conocimiento no lo podemos encontrar en las cosas mismas sino en la posibilidad que en nosotros mismos existe de afrontar el mundo, en nuestras facultades cognoscitivas. De este modo, Hobbes se separa radicalmente de la corriente que advierte la verdad en las cosas, a partir de la cual establece sus propias condiciones de conocimiento. El conocimiento en este autor es racional y no depende sino de las categorías que la propia razón proporciona para pensar el mundo, los hombres y sus instituciones. Este saber es un constructo teórico (Hobbes, 2004a, p. 26; 2004b, pp. 57 y 86).

La teoría del conocimiento hobbesiana no se limita a una interpretación de la naturaleza y sus fenómenos. Hobbes busca aplicar su teoría al Estado, del mismo modo riguroso en que ha sido aplicada al universo. De este modo, comprender las causas del Estado equivale a conocer la materia del mismo: los hombres. A partir del conocimiento implacable, no de lo que los hombres son sino de las causas y formas de su comportamiento, elabora una nueva teoría política que busca legitimar el poder del Estado.

Lo anterior pone de manifiesto que el rigor asumido en la utilización del método tiene sus consecuentes resultados en la manera de pensar al individuo y la sociedad. Todo esto en relación con lo antes mencionado: el método no es solamente un recurso o desarrollo procedimental, llena de contenido la estructura de la teoría.

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I El presupuesto de un individuo presocial

Hobbes lleva el método hasta sus límites, y rebasa la idea tradicional según la cual los hombres son sociales por naturaleza. No niega que estos hayan vivido en sociedad de facto; sin embargo, hacer de esta idea un presupuesto sería un obstáculo para conducir su intención: descomponer el Estado en sus partes para conocer a cabalidad su fundamento.

La descomposición de los elementos del Estado en sus componentes, trae como consecuencia necesaria la investigación de los individuos como objetos aislados. El aislamiento supone entonces el quiebre fundamental con las doctrinas precedentes que asumían al hombre no sólo como animal social, sino como hombre sociable por naturaleza2. Se podría objetar que no existe contradicción alguna entre la hipótesis de un individuo aislado y la realidad de que los individuos de facto estén congregados en sociedad desde los orígenes de la humanidad. Hobbes advierte, para matizar su hipótesis, que aunque los hombres puedan ser sociales, no son aptos naturalmente para vivir en sociedad. Aún así, cabe advertir que aunque matice tal afirmación, la asunción de la natural condición social del hombre sería un obstáculo para continuar su hipótesis, en la medida en que conduciría forzosamente a tomar a cada individuo no como libre, independiente, aislado y autosuficiente, sino como producto de la sociedad de la cual hace parte, y aún más, como individuo que necesita a los otros para su supervivencia y para constituirse moralmente. Justamente esta escisión es la que hace la radicalidad del planteamiento hobbesiano: la posibilidad de pensar un individuo por fuera de todo circuito social, moral y político previo; de lo cual deriva su contraposición a los estudios de la filosofía política y el comportamiento humano en clave historicista:

En otras palabras, la historia se convertía en una fuente de ejemplos de los que eventualmente podían sacarse unas lecciones, pero no en una fuente de principios dePage 217 los que pudiesen deducirse unas consecuencias. Sin embargo, en estas consecuencias deducidas de principios debía, según Hobbes, consistir la filosofía política (Zarka, 1997, p. 57).

La comprobación de la existencia histórica de un estado originario en el cual cada uno de los individuos viviese aislado e independiente de los otros no preocupa a Hobbes. El estado de naturaleza como antítesis de...

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