Sócrates y la obediencia al derecho - Núm. 9, Noviembre 2007 - Ambiente Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 216643885

Sócrates y la obediencia al derecho

AutorRicardo Víctor Guarinoni
Páginas151-162

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Introducción

La primera parte de este trabajo12 se dedica a reflexionar acerca de la teoría jurídica, en cuanto a la obediencia al derecho, que se desprende de la descripción que de las ideas de Sócrates realiza Platón, para luego tratar de elaborar algunas ideas generales al respecto, desde una teoría que privilegie al derecho positivo.

Sócrates y la valoración del derecho

En cuanto al pensamiento de Sócrates, tendré en cuenta la descripción que Platón hace de él mismo en la Apología y en el Critón. No me interesa ir en busca del Sócrates histórico, que se podría encontrar comparando la versión de Platón con la de Jenofonte, aún con las discrepancias que hay entre los estudiosos acerca de si Jenofonte estuvo a la altura de transmitir el mensaje socrático, sino que tomaré los argumentos expresados por el Sócrates platónico como si fueran propios de éste3.

No me extenderé sobre los argumentos que se apartan de lo jurídico, y que demuestran la admirable actitud del filósofo al enfrentar a la muerte, actitud que ha sido elogiada unánimemente y que ha contribuido no poco a la consideración posterior de Sócrates.

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Como trataré de esclarecer más abajo, creo que en la consideración de los momentos previos a la muerte de Sócrates, muchas veces se han mezclado los argumentos, de modo tal que se hace una evaluación global acerca de la actitud del filósofo, que creo errada, ya que cabe distinguir varios aspectos de sus ideas y su conducta, sin necesidad de creer que todos son dignos de elogio.

Como demostración de la actitud reseñada, un autor tan importante en la comprensión de la Grecia antigua como ha sido Werner Jaeger, sostiene que Sócrates encarna a partir de la decisión que toma - acatar la condena a muerte que le fuera impuesta- un nuevo tipo de hombre griego, que pone los valores espirituales y morales por encima de la condición de ciudadano4. Por otra parte, también ha sido exaltado por la posteridad cristiana como un mártir precristiano, inmolado en aras de sus creencias5.

De las ideas de Sócrates, trataré, en suma, de analizar los argumentos que expone respecto de la obediencia al derecho, y los alcances jurídicos de su posición. No se me escapa que clasificar a un autor con categorías que surgieron posteriormente puede ser calificado como arbitrario. En todo caso, la excusa es que se trata de una tarea con una enorme tradición. Platón no se definió a sí mismo como idealista. Los filósofos filosofan, y después vienen otros -historiadores o filósofos- que clasifican los pensamientos. La clasificación conlleva, a veces, adjudicar al encasillado determinadas consecuencias que éste no ha previsto, y esto puede ser bueno o malo, dependiendo de que las consecuencias se deriven efectivamente de sus ideas. Estimo que en el caso de Sócrates, las inferencias que hago son correctas.

La injusticia y la obediencia al derecho

Es sabido que Sócrates fue condenado injustamente por una asamblea ateniense, acusado de impiedad y de corromper a la juventud. El filósofo realizó una defensa de su vida, que no alcanzó para exculparlo, frente a la masa de los ciudadanos de Atenas, que lo juzgaron culpable, en una votación de 281 contra 220. Después de un nuevo alegato de Sócrates, en que éste buscó obtener una sentencia que impusiera una sanción de multa, se lo condenó a muerte.

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A partir de su condena, sus amigos, entre los que se encontraban miembros de las familias más influyentes de Atenas, intentaron convencerlo para que huyera. Parece ser que en esa época (no después) había carceleros corruptos que hubieran podido mirar hacia el costado mientras Sócrates se escapaba. Sin embargo, Sócrates se negó. En apoyo de su negativa utilizó argumentos de hecho y argumentos filosóficos. De los primeros (la descripción de lo que sería la vida futura de Sócrates como apátrida y filósofo exiliado) no me ocuparé.

Me interesan los argumentos filosóficos que expone, principalmente en el Critón, donde sostiene un diálogo imaginario con las leyes de Atenas. En él concluye en que si él se ha sometido durante toda su vida a las leyes de la república, entonces no puede sustraerse a una condena dictada en su nombre y siguiendo los procedimientos establecidos por ellas. “Es preciso respetar la patria en su cólera, tener con ella la sumisión y miramientos que se tiene a un padre, convencerla por la persuasión o ejecutar sus órdenes, sufrir sin murmurar todo lo que se quiera que se sufra, aún cuando sea verse azotado o cargado de cadenas, y que si nos envía a la guerra para ser allí heridos o muertos, es preciso marchar allá; porque allí está el deber, y no es permitido retroceder ni echar pie atrás, ni abandonar el puesto, y que lo mismo en los campos de batalla, que ante los tribunales, que en todas las situaciones es preciso obedecer lo que ordena la ciudad y la patria, o emplear para persuadirla los medios que la ley concede; y, en fin, que si es una impiedad hacer violencia a un padre, es mucho mayor hacerla a la patria”6.

Por otro lado, Sócrates sostiene que no se debe responder a una injusticia con otra injusticia, y que no se puede dejar de obedecer las leyes del estado por estar en desacuerdo con su justicia. Agrega que eso lleva a la disolución social. Las leyes de Atenas lo increpan: “Sócrates, ¿qué vas a hacer? ¿la acción que intentas, no tiende a destruir, en cuanto de ti depende, a nosotras las leyes y al Estado entero? Porque ¿qué Estado puede subsistir si los fallos dados no tienen ninguna fuerza y son eludidos por los particulares?” con lo que Sócrates concluye: “¿qué podríamos responder, Critón, a este cargo y otros semejantes? Porque, qué no diría, especialmente un orador, en defensa de esta ley destruida por nosotros que ordena que los fallos dados se cumplan? ¿Responderemos nosotros: ‘El estado nos ha hecho injusticia y nos ha juzgado mal?”7.

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En suma, Sócrates refiere su compromiso de obedecer las leyes de Atenas a un pacto que él ha celebrado con la ciudad, mediante el cual aceptaba sus leyes en su totalidad. Se pregunta “¿quién puede amar una ciudad sin amar sus leyes?8, y esto le impide dejar de obedecer la sentencia que lo condena a muerte, por más que la repute injusta.

¿Cuál es la posición filosófica que hay detrás de estas afirmaciones? Alguien podría argumentar que en realidad no hay una argumentación de...

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