Perspectiva de género: reconocimiento de los derechos de la mujer, origen teórico y desarrollo legal - Hacia la construcción de una política fiscal con enfoque de género en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 727520613

Perspectiva de género: reconocimiento de los derechos de la mujer, origen teórico y desarrollo legal

AutorAndrea Bibiana Castañeda Durán
Páginas75-116

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Andrea Bibiana Castañeda Durán*

Resumen

El papel y el protagonismo de la mujer a lo largo de la historia han tenido una serie de cambios importantes, que han implicado la adaptación de la política pública de carácter social y económico, con el fin de poner en condiciones de igualdad a las mujeres y llevar a cabo planes educativos para erradicar la idea de inferioridad frente a los hombres. En el ordenamiento jurídico colombiano, estas medidas se pueden ver desde la exposición de motivos de la Constitución de 1991, en la que se vislumbró la preocupación por incluir artículos que protegieran a la mujer en cada uno de los ámbitos de su vida. En consecuencia, se han promulgado leyes para promover la equidad en términos de género, en sectores como la educación, el trabajo, la familia y el entorno social. Así, el desarrollo constitucional y normativo ha procurado prevenir que se perpetúe la discriminación y

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esta situación a través de la incorporación de la igualdad material y políticas desde el sector central para su efectividad.

Introducción

El posicionamiento de la mujer en la sociedad ha sido el producto de diferentes luchas por la defensa y el reconocimiento como sujetos con igualdad de derechos de cara a los hombres, además del respeto y reconocimiento de las diferentes identidades de género, no únicamente los normativos —hombre y mujer—. A lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres han sido discriminadas y relegadas, en algunos casos, del entorno no social y hasta jurídico.

El feminismo como corriente política ha luchado por la emancipación de la mujer y su reivindicación en la sociedad. Sin embargo, sigue siendo una expresión imperante cultural y socialmente, por lo cual eliminar los prejuicios sociales y culturales requiere de una labor ardua y mancomunada, en la cual el Gobierno tiene un papel fundamental a partir de las políticas públicas, a través de las cuales el escenario de igualdad de género sea una realidad y no solo un desarrollo teórico o un precepto constitucional. Este proceso se ha venido dando paulatinamente a través de la incorporación de dos conceptos: el enfoque diferencial y la perspectiva de género, los cuales se han incluido en políticas a nivel mundial, escenario donde se han llevado a cabo convenciones, conferencias y tratados en pro de asegurar la protección de las mujeres y demás minorías que han sido discriminadas con el fin de demandar sus derechos. Colombia es parte de ese proceso, cuyo reflejo es el amplio desarrollo normativo; no en vano la transversalización del enfoque de género se ha hecho presente en la mayoría de políticas públicas e incluso en los

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dos últimos planes nacionales de desarrollo presentados por el Gobierno nacional.

El concepto de género

El género es un concepto que va más allá de la sexualidad o las características fisiológicas, pues toma en cuenta conceptos como funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres, las responsabilidades que deben asumir y la interacción dentro de ella, los cuales son susceptibles de sufrir cambios, lo que conlleva a que el género sea mutable, pues depende principalmente de la cultura y la sociedad misma (Organización Mundial de la Salud, 2015).

De igual forma, se deben considerar otros grupos sociales basándose en las demás formas de sexualidad existentes, con el fin de ir más allá de la relación heterosexual, para lograr una inclusión teniendo presentes las diferencias sociales que se despliegan (Serrano y Uribe, 2012).

John Money fue uno de los exponentes más importantes del concepto de género, dado que su teoría sostiene que el comportamiento adoptado por un sujeto como hombre o mujer depende de la educación recibida y su cultura, es decir no existe una sexualidad innata; en ese sentido, los aspectos fisiológicos no son del todo determinantes en cuanto a la autoconcepción del individuo, lo que él llama identidad de género,1que lo diferencia del papel de género2(Money y Ehrhardt, 1982).

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En 1968 Robert Stoller planteó la diferencia entre sexo y género. Siguiendo la misma línea de Money, expuso que la identidad de género no necesariamente corresponde al sexo biológico, sino que es una construcción desde las vivencias y experiencias de la persona según el “rol de género, que es el conjunto de normas y prescripciones que dicta la sociedad y la cultura sobre el comportamiento masculino o femenino” (Lamas, 2018, p. 5). Stoller creó una diferenciación entre identidad sexual —como la persona se percibe a sí misma sexualmente, es decir, varón, mujer, transexual o intersexual e identidad de género—, qué tan femenino o masculino se considera, basán-dose la primera en los aspectos físicos, y la segunda en, como bien se ha mencionado, la autodeterminación del individuo. Toma en cuenta los factores biológicos considerando que son influyentes y constitutivos en la identidad de género, siendo el sexo biológico la base de la asignación y “este puede ser bien aceptado como tal o bien repudiado, destruido, subvertido por el individuo” (Golergant, 2018).

Autoras de corriente feminista, como Joan Scott, consideraron el género una herramienta de poder presente en todos los ámbitos, en el cual se estructura la percepción y la organización concreta y simbólica de toda la vida social. “[U]n elemento constitutivo de las relaciones sociales que se basa en las diferencias entre los sexos” (Scott, 1996, p. 289) se enfoca en cómo afecta todos los espacios de la vida cotidiana y las relaciones sociales.

En este mismo orden de ideas, Marta Lamas afirma que la simbolización cultural del género marca una percepción de todo dentro de la sociedad. El género se ha visto como herramienta de violencia dado que, en sí mismo, supone que las actitudes que se toman dentro del rol de hombre tienen una mayor categoría que aquellas que le son endilgadas a las mujeres. La

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antropóloga Gayle Rubin habla de un sistema sexo-género que cambia según la sociedad, sistema que se define como “un conjunto de arreglos por los cuales una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana” (Rubin, 1996), generando un lugar de opresión para las mujeres y las minorías sexuales (Montecino y Rebolledo, 1996).

Por regla general, se ha considerado la existencia de un género dominante y otro dominado, sin embargo, esta idea no tiene respaldo dado que no existen conductas que sean exclusivas de uno u otro sexo, siendo posible su adopción dependiendo de la cultura e, incluso, de la persona. Muchas de las ideas que han sido fundamento de esta forma de dominio por parte de los hombres sobre las mujeres encuentran su base en grandes pensadores políticos como Aristóteles y Rousseau, para quienes las mujeres debían encontrarse relegadas exclusivamente a las funciones del hogar. Textualmente, Rousseau señaló que las mujeres se encontraban

[…] regidas por el sentimiento y no por la razón, siendo esto así, no se puede ser mujer y ciudadano, lo uno excluye lo otro finalmente consideraba que las mujeres son, consideradas en su conjunto, la masa pre-cívica que reproduce dentro del Estado el orden natural. (Martín y Martínez Prado, 2007, p. 4)

Por su parte, Aristóteles ve a la mujer como un modelo de ser humano inferior pues lo describe como un “hombre disminuido”, relegándola igualmente a las labores domésticas, y afirmando, por otro lado, que “no es la misma templanza de la mujer que la del varón; ni tampoco la fortaleza ni la justicia […] sino que la fortaleza del varón es fortaleza que gobierna, y la de la mujer que obedece” (Aristóteles, 1910, pp. 44-45).

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La evolución conceptual del género se ha dado de la mano de la organización de la sociedad y el avance de la cultura en torno a la importancia de la inclusión de la mujer en la sociedad, la evolución de los principios y el reconocimiento de sus derechos a través de la incorporación de tratados internacionales.

1.1. El patriarcado

Es una organización social en la que la relación hombre-mujer se llevó bajo la forma de subordinación, y se dividieron las funciones y roles que cada uno tenía. Los hombres se dedicaban a las relaciones públicas y a las consideradas socialmente importantes, como la política, mientras que las mujeres atendían el hogar y la crianza de los hijos (Miranda-Novoa, 2012).

1.2. El modelo igualitarista

Empezó en el siglo xviii a partir de la Revolución francesa. Su tesis principal era la igualdad de derechos, no obstante, la discriminación de las mujeres y la ausencia de sus derechos políticos continuó presentándose, lo cual era una evidente contradicción a su abanderado principio revolucionario, a pesar de la propuesta de igualdad política hecha por Condorcet, Fourier y Saint-Simon en favor de la emancipación de las mujeres. Sin embargo, anteriormente habían surgido textos como la Declaration des droits de la femme et de la citoyenne (1791), escrito por Olympe de Gouges, en el que proclamaba que las mujeres poseían los mismos derechos civiles y políticos que los hombres. Mary Wollstonecraft presentó en Inglaterra Vindication of the Right of the Women (1792), que planteaba la idea de una sola educación para hombres y mujeres. Por su parte, John Stuart Mill, en su obra The Subjection of Women (1869), planteó un conjunto de reivindicaciones concretas a favor de las mujeres.

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1.3. El feminismo

Alejandro Dumas (hijo) fue el primero en usar el término feminismo3 (1872) para reivindicar los derechos de la...

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