El posconflicto colombiano es centralista y no territorial como se prometió - Núm. 53, Julio 2018 - Revista Estudios Políticos - Libros y Revistas - VLEX 744617901

El posconflicto colombiano es centralista y no territorial como se prometió

AutorGermán Darío Valencia Agudelo
CargoEconomista. Especialista en Gerencia Social
Páginas9-15
Editorial
El posconflicto colombiano es centralista y no territorial
como se prometió
Desde que se iniciaron las negociaciones de paz en La Habana, Cuba,
en noviembre de 2012, tanto el Gobierno nacional como las FARC afirmaron
que la paz sería territorial. La promesa de que en el posconflicto las regiones
tendrían la palabra la hizo el Gobierno a través de su Alto Comisionado de
Paz, Sergio Jaramillo (2014): la implementación será una la etapa en la que se
realizará de inmediato un «diálogo en los territorios para discutir entre todos
cómo desarrollar y poner en práctica lo que se ha acordado en La Habana»
(p. 2). Justificaba esta promesa «primero porque el conflicto ha afectado más
a unos territorios que a otros. Y porque ese cambio no se va a lograr si no se
articulan los esfuerzos y se moviliza a la población en esos territorios alrededor
de la paz» (p. 1).
Es decir, desde el principio de las negociaciones de paz, los responsables
del diseño e implementación de lo acordado reconocieron el papel
protagónico que tienen y tendrán las unidades administrativas territoriales en
el posconflicto, pues es en los territorios donde se satisfacen los derechos, se
aprecian las instituciones y se siente la verdadera paz. La propuesta inicial fue
pensar a los departamentos, a los municipios y a sus veredas como los lugares
centrales para realizar las múltiples actividades que exige la construcción de
la paz en el país. Darles a los territorios un significado más amplio, uno que va
más allá del simple espacio geográfico, como fuente de recursos —naturales,
humanos, físicos y tecnológicos—, soporte de las actividades económicas,
políticas y culturales, y escenario para la convivencia y los intercambios de
todo tipo. En definitiva, se dijo que serían los territorios y sus habitantes los
responsables de construir y mantener una paz firme y duradera.
A pesar de este consenso argumental y a pocos meses de cumplir
dos años de la firma del Acuerdo, se puede decir que los avances en la
construcción de la paz con enfoque territorial en Colombia son mínimos. Las
promesas de realizar una reforma rural integral, de diseñar grandes reformas
institucionales en el tema de la participación política, de construir una política
integral como solución al problema de las drogas ilícitas y de diseñar políticas

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