Productos típicos, estrategias de desarrollo rural y conocimiento local - Núm. 7, Enero 2007 - Revista Opera - Libros y Revistas - VLEX 844582053

Productos típicos, estrategias de desarrollo rural y conocimiento local

AutorTeresa Acampora - María Fonte
CargoLicenciada en ciencias económicas y empresariales de la Universidad de Nápoles FedericoII - Profesora de la Univeridad de Nápoles Federico II
Páginas191-212
191
opera,nº7
Productos típicos,
estrategias de desarrollo
rural y conocimiento local*
teresa acampora** y maría fonte*
Desde principio del siglo XXI los mo-
delos alimentarios están en crisis, tanto en
los países ricos como en los países pobres.
En estos últimos persiste la incertidumbre
acerca del tipo de desarrollo por empren-
der para superar la crisis de escasez, que
aún af‌lige a gran parte de la población. En
cambio, en los países ricos la crisis se ex-
presa en el sentido de ansiedad con el cual
el consumidor vive la selección y el consu-
mo de los alimentos (Fonte, 2002).
La ansie dad del consumi dor está
causada por muchos factores: el progreso
técnico, que evoluciona muy rápidamen-
te, y produce alimentos industriales sin
identidad, de lo cuales el consumidor no
conoce ni su origen y tal vez ni siquiera su
contenido; la difusión de los conocimien-
tos científ‌icos y las continuas, mudables
y contrastantes ref‌lexiones de los expertos
sobre las situaciones de riesgo; el carác-
ter global del mercado alimenticio y la
concentración de la oferta en la industria
agro-alimentaria; el individualismo de la
sociedad y la soledad del hombre en la
tardía modernidad causada por el debi-
litamiento de los vínculos comunitarios
(Giddens, 1991; Beck, 2003).
Además, la sociedad del bienestar y
el aumentado poder de compra llevan, en
los países más ricos, a comportamientos
de consumo que incorporan preocupa-
ciones sociales y éticas en relación con la
supervivencia de la comunidad y de las
culturas locales, la protección del medio
ambiente, la protección de la naturaleza,
el bienestar de los animales. Los estilos
de consumo se vuelven un elemento de
construcción de las mismas identidades
sociales (Maffessoli, 1996). La literatura
sociológica y antropológica (Sellerberg,
1991; Fishler, 1990) evidencia dos posi-
* La elaboración de este trabajo es el resultado de una ref‌lexión común de las dos autoras. Con respecto
al contenido del texto, las secciones 1, 2, 3.2 son escritas por Teresa Acampora; la secciones 3.1, 4 y 5 por
Maria Fonte.
** Licenciada en ciencias económicas y empresariales de la Universidad de Nápoles FedericoII.
*** Profesora de la Univeridad de Nápoles Federico II.
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bles salidas de la incertidumbre, así como
dos posibles estrategias para la reconstruc-
ción de la conf‌ianza en el alimento: “{...}
El camino hacia el alimento natural y el
camino hacia el producto local”, es decir,
hacia la calidad entendida como alimento
genuino y típico.
De esta manera los estilos de consumo
se han fragmentado, incorporando pre-
guntas y preocupaciones éticas y sociales.
El consumidor se ha convertido en ciuda-
dano-consumidor, no en un consumidor
pasivo, sino en un ciudadano activo que,
gracias a sus elecciones de consumo, ex-
presa sus preferencias sociales, es decir, la
reivindicación o la defensa de derechos
económicos y sociales. El derecho, por
ejemplo, a un medio ambiente más sano,
a una mayor equidad social; su preferencia
por la defensa de la diversidad de las cul-
turas y de los sistemas productivos.
El nacimiento y la af‌irmación de va-
rios movimientos sociales han acompaña-
do este cambio: desde el ambientalista y el
de los consumidores, hasta el movimiento
por el comercio justo y solidario, pero
también movimientos más “estetizantes”,
con un empeño no necesariamente social,
para los cuales la enogastronomía tiene un
papel muy importante (Wilkinson, 2006;
Murdoch y Miele, 1999).
La demanda de seguridad alimentaria
y de identidad cultural de parte de los
consumidores posmodernos ha permitido
el surgimiento de un nuevo patrón de
producción en las áreas rurales, caracte-
rizado por una creciente diversif‌icación
productiva y por una atención a la calidad
como variable multi-dimensional. En este
contexto, las producciones alimentarias
típicas están viviendo un período de gran
redescubrimiento. La existencia de espe-
cif‌icidades territoriales en la función de
producción agrega valor al producto típico
y al producto cultural. Se abre un escenario
de interesantes oportunidades por tales
productos y, sobre todo, por los contextos
rurales marginales, donde los conocimien-
tos contextuales y los recursos culturales,
protegidos por la marginalidad misma, han
sobrevivido al proceso de homologación de
la economía fordista. Paralelamente la glo-
balización está ampliando los mercados y
alargando la red de producción-consumo.
Eso vuelve más compleja la transmisión
de las informaciones sobre los productos y
sobre los procesos y necesita una modif‌ica-
ción de los instrumentos de comunicación
entre productores y consumidores y una
mejora de los mecanismos de coordinación
de las acciones económicas.
La transformación de las nuevas
oportunidades en beneficios reales de
largo plazo depende de muchos factores.
En primer lugar, existe la capacidad de los
actores de crear formas institucionales para
la explotación económica de la reputación
de los productos típicos y de la calidad
territorial de los recursos asociados a los
conocimientos locales. La renta generada
por la calidad específ‌ica del producto y de
su área de origen permite recompensar los
mayores costos y los recursos empleados en
el proceso productivo típico (Pacciani et

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